Curiosos y traviesos, con una energía que parece que nunca se agota, nuestro pequeño ya no es tan pequeño y sus avances son cotidianos.

Todo lo asombra, todo le gusta, todo quiere explorar. Aunque ya no es un recién nacido, sigue siendo un bebé pero que día a día crece hacia la niñez. Al cumplir el año comienza una etapa de descubrimiento y curiosidad que presenta grandes desafíos para los padres.

Uno de los progresos más significativos que notaremos en nuestro hijo es en su lenguaje. Admite que se le hable a través de conversaciones más largas y continuadas. Pasa de gestos y balbuceos al uso de algunas palabras.

Por momentos logra fijar su atención respecto de situaciones que atraen su interés. Algunas ocasiones cuentan con su “preferencia”. Quizá sea un dibujo animado o si viven cerca de vías del tren, el paso de la formación los atraerá especialmente. En algunos puentes y pasos ferroviarios es frecuente ver a los chicos fascinados viendo el paso del tren desde sus carritos.

Su “angustia” frente a los extraños se conserva, pero poco a poco acepta más su relación con otros. En general busca constantemente experiencias nuevas, le gustan solucionar pequeños problemas que se le presentan en los que pone a prueba su motricidad fina y gruesa. Es el momento ideal para los juegos de encastre. Al coordinar mejor sus movimientos tiene un dominio mayor del espacio físico y cuando se desplaza, adquiere más seguridad.

Caminante hay camino

Con la posibilidad de caminar se va haciendo cada vez más independiente. Al final de este trimestre se espera que camine, si no lo hace a no desesperar, algunos lo logran recién a los 15 meses.

Al adquirir más autonomía, las intervenciones de los papás ocupan un lugar importante, ya que necesita nuevas reglas y restricciones frente a los riesgos a los que está expuesto. Es el tiempo donde hay que estar con “cuatro ojos” para evitar que se caiga y golpee, tome objetos peligrosos u otros riesgos que están al alcance de su mano. Será preciso adaptar los espacios para que el pequeño o la pequeña puedan desplegar sus deseos de explorar sin terminar en una guardia pediátrica.

El gran enchastre

Ya consume muchos alimentos sólidos y durante la comida, no habrá mayor placer que meter las manos en el plato y chuparse los dedos. Comienza a llevar trozos de alimentos a la boca, primero con toda la mano hasta que, poco a poco, aprende a tomar cosas muy pequeñas, solo usando el dedo índice y el pulgar. Más adelante aprenderá a controlar todos los dedos de la mano y cuando necesite señalar algo lo veremos usar el índice

La comida es el momento para explorar nuevos colores, sabores y sobre todo, texturas. No habrá placer mayor que “encastrarse” con una galletita de chocolate o desarmar un buñuelo. Por eso, mejor no preocuparse, buscar baberos gigantes y sillas de comer de fácil lavado para dejarlo explorar y en la medida de las posibilidades relajarse y dejarlo disfrutar de ese aprendizaje.

Una silla para cada necesidad

A la hora de comer, la silla alta es de una gran ayuda para padres o cuidadores. Nos permiten alimentar al bebé de forma más cómoda ya que podemos hacerlo de pie o sentados. Por otro lado, el bebé ejercita su autonomía. Según los modelos, las sillas pueden contar con bandejas fijas rebatibles o extraíbles. También permiten regular la altura. En algunos casos cuentan con ruedas para facilitar el traslado y en general son plegables para hacer más simple su guardado sobre todo cuando no se cuenta con grandes espacios.

Algunas familias prefieren la silla booster. Este modelo se adapta a cualquier tipo de asiento que tenga un respaldo firme y facilita que el niño disfrute de la mesa con toda la familia. Para evitar caídas la silla cuenta con dos arneses que se ajustan al respaldo.

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