Ante la llegada del frío, la falta de abrigo no es buena Y el exceso, tampoco. Es necesario encontrar un punto de equilibrio.
Cuando el termómetro indica que será una jornada de frío los papás comienzan a “temblar”. Si bebés y chicos no están bien abrigados es posible que padezcan frío. Sin embargo, a veces se los abriga por demás y eso tampoco es aconsejable.
“Abrigar más a un bebé no hará que deje de enfermarse”, explica Federico Díaz, pediatra (MP 232337) y sigue “a veces se los abriga por demás pensando que de esa forma se evitará que se enfermen. Esto es un error ya que la gripe, el catarro y otras virales son enfermedades que se transmiten a través de los virus que están en el aire y no tiene nada que ver con el abrigo que pueda llevar o el frío que pueda sentir el bebé”.
Sobreabrigar a los bebés también puede traer complicaciones. Díaz explica que “puede traer trastornos en la regulación de la temperatura corporal e incluso en la piel”.
Entonces ¿cómo abrigar de modo adecuado a los bebés? Es importante recordar que los bebés y niños sienten el mismo frío que nosotros. Pero además el ser más activos y estar en movimiento, favorece que entren en calor. Abrigarlos estilo “astronauta” es decir que solo queden a la intemperie ojos y nariz para ver no es aconsejable. Es que de esta manera los chicos tienen más riesgo de enfermarse ya que su cuerpo estará transpirado y, al entrar, en contacto con la temperatura ambiente, el contraste calor-frío puede resultar dañino.
“En los primeros meses la parte más importante para abrigar es la cabeza, por eso tampoco hay que rapar a los bebés. A la hora de abrigar solo es necesario poner una prenda más de la que un adulto usa”, aconseja el pediatra.
Lo mejor será vestirlo “estilo cebolla” es decir por capas. Colocarle prendas delgadas por ejemplo: primero un enterito, luego un chaleco y por último una campera. De este modo al entrar a un lugar de temperatura cálida se le puede quitar la prenda fácilmente y evitar que transpire o se sofoque.
Las prendas que se suelen recomendar son las de algodón, sobre todo las que están en contacto directo con la piel. Su función es primordial ya que son las que se encargan de absorber la humedad y mantener el cuerpo seco.
En las capas superiores se puede utilizar prendas de lana, polar o terciopelo. La lana es preferible que no esté en contacto directo con la piel porque puede provocar irritaciones, picazón o dermatitis de contacto y el bebé podría inhalar alguna pelusa por su nariz.
Si dudamos si el bebé está abrigado o no, lo sabremos tocándole el cuello o la espaldita, por debajo de la ropa. De este modo podremos percibir su temperatura y comprobar si la ropa está mojada porque transpiró. En ese caso debemos cambiarlo de manera inmediata.
Tocar sus manos y pies no suele ser un buen parámetro para determinar si tiene frío o no, porque, sobre todo en los bebés, suelen estar fríos debido a que aún no regulan bien la temperatura corporal.
Por último, En caso de que portemos al bebé, es importante recordar que el bebé recibirá calor en las partes que están en contacto con nuestro cuerpo. Otra razón para no abrigarlo en exceso, pero sí en las que está más expuesto. En suma, lo más importante al momento de abrigar al bebé es usar el sentido común para que se sienta protegido pero también cómodo y seguro.