Para saber si estos síntomas pueden ser peligrosos hay que estar atentos a estos indicativos

Con la llegada del frío es normal que los bebés, como los adultos, se resfríen. Vamos a observar que tienen mocos de color blanco o transparente, estornudan y pueden presentar una fiebre moderada (febrícula). También se puede sumar la tos que, aunque tiene mala prensa, ayuda a limpiar las vías respiratorias de materiales y evita que estos alcancen los pulmones. En general son infecciones leves, se curan en el corto plazo y no dejan secuelas. Sin embargo, algunos cuadros pueden llegar a agravarse.

“Hay cinco síntomas a los que se debe prestar atención para saber si el cuadro se está complicando. Son las ‘5 F’”, explica Federico Díaz, pediatra (MP 23233) y los enumera:

  1. Frecuencia respiratoria acelerada: respira mucho más rápido de lo habitual
  2. Falta de apetito: no quiere comer y en el caso de los bebés más chiquitos, no quiere tomar el pecho.
  3. Fiebre: puede aparecer como síntoma de complicación y nos indica que el cuadro está teniendo una infección más importante.
  4. Fatiga: con más tendencia al sueño, notamos que prefiere dormir que estar activo y moviéndose
  5. Flauta en el pecho: sentimos un sonido que es similar a si estuviese silbando su pechito.

Si conocemos y reconocemos estos cinco factores, sabremos identificar cuándo un cuadro de tos y mocos se está complicando y debemos ir sin demora a la guardia pediátrica.

Los mocos son una sustancia pegajosa que se origina en el interior de la nariz y, si bien son muy molestos, constituyen un mecanismo de defensa imprescindible. Los chicos viven llenos de mocos, tanto que por eso se los llama “mocosos”. Para entenderlos más y saber que aunque molestan también defienden, te invitamos a volver a leer: https://blog.carestino.com/mocos-y-mocosos/

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