Al dejar la lactancia, muchos chicos presentan ciertas dificultades para aceptar nuevos alimentos. Sugerencias para esta etapa.

“Doctor mi hijo ya no quiere comer, no hay forma que quiera lo que antes comía. Le ofrezco alternativas pero solo toma yogurt, solo toma teta. Solo quiere leche. Me come solo arroz”, estas frases suelen repetirse en los consultorios pediátricos. Es el momento en que los pediatras nos indican que el bebé entró en la etapa de selectividad alimentaria, una fase normal y transitoria. 

“Los niños y las niñas se ponen selectivos con los alimentos”, explica Federico Díaz, médico pediatra (MP 232337) y sigue “esta etapa suele aparecer a partir del año y dura hasta los dos, tres años aproximadamente. Pero siempre cada niño, cada niña es distinto y puede pasar también en otro momento”.

En este período deciden qué comer y qué no comer. “Lo importante es qué hacemos nosotros frente a estas actitudes”, destaca el profesional y señala que “si la respuesta del adulto o de la persona que en ese momento se encuentre al cuidado de ese niño o niña es darle solo lo que quieren comer y no ofrecerle diversidad en alimento, lo que estaremos haciendo es fortalecer estas actitudes de selectividad alimentaria”.

“Si se está atravesando esta etapa hay que entender que son etapas y que terminan. Por eso, aunque cueste habrá que seguir ofreciéndoles diversidad y no darle siempre lo que ellos desean comer. Si cedemos estamos fortaleciendo estas actitudes que toman los niños y las niñas”, indica Díaz.

Una buena opción es usar los alimentos que ellos aceptan para utilizarlos como vectores. Es decir, usarlos para mezclar con otros alimentos y empezar a ofrecerles variedad para que los vayan aceptando también de a poco. De esta forma se genera una alimentación variada.

En algunas familias existe el concepto de que si un niño o niña no come en una de las comidas o come menos e incluso no come, entonces, ‘hay que darle algo para que coma’. Con ese concepto se le ofrece para comer lo que come siempre. A veces, como los alimentos que más toleran son los procesados o los que nutricionalmente no son importantes, el adulto a cargo se los brinda porque ‘tiene que irse habiendo comido algo’.

Ante esta situación, Díaz señala que “es preferible que si el niño o niña no quiere comer dejar pasar esa comida y seguramente en la próxima comida comerá un poco más si es que lo necesita o si es que lo desea”. 

Es importante remarcar que la alimentación es autorregulada por parte de ellos y el concepto de que nosotros los adultos tenemos que darle de comer un plato entero para que se encuentren bien tiene que ser desterrado. “Ellos regulan su hambre, regulan su saciedad, regulan sus ganas de comer y también regulan, a veces, que es lo que quieren y lo que no quieren”, concluye el pediatra. Aunque a veces cueste lo importante es respetar sus tiempos, sus gustos, y sus cantidades. Si realmente come menos de lo que necesita, habrá que ver la causa, no obligarlo a comer ni incentivándolo con premios ni amenazándolo con catástrofes. Hay que dejar que el niño y la niña vayan aceptando con naturalidad los diferentes alimentos y texturas. Si podemos incentivarlos ofreciendo variedad de alimentos saludables e intentando que las comidas en familia sean un momento agradable, no una mini batalla para que coma.

Algunas sugerencias para ayudarlos en esta etapa:

  • Poner una cantidad pequeña de un alimento nuevo, o que “no le gusta” junto con algo que le gusta en cantidad moderada. No realizar comentarios, ni lanzar alguna mirada ansiosa o expectante a ver si se lo come o no. A veces se requieren muchos intentos, para que acepte algo nuevo.
  • En la medida de lo posible presentar la comida de forma agradable. Los niños comen mucho por la vista, una presentación colorida y atractiva puede atraer su curiosidad, también inventarles una historia sobre algún alimento. Por ejemplo, los brócolis son arbolitos o los tomates cherrys los caramelos de las verdulerías. 
  • Favorecer que coma de forma autónoma, con sus manos si quiere o con un cubierto adecuado para fomentar su autonomía.
  • Cuando son más grandes dejarlos participar en la preparación de los alimentos o cuando se sirve la comida
  • Los padres debemos dar ejemplo. No se puede pretender que los hijos coman, por ejemplo frutas, si los adultos nunca las prueban.

Desde el punto de vista nutricional la mayoría de niños comedores selectivos no suele tener ningún problema, ya que suele ir mejorando con el tiempo. Pero si el problema se prolonga, puede repercutir en su crecimiento por lo que será necesario la consulta y el seguimiento con un profesional de la salud.

Cualquier duda o consulta podés escribirle en su cuenta @elpediatra_fede

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