En la primera infancia, cuando los chicos dejan de tomar la mamadera puede suceder que rechacen la leche. Estrategias para que sigan consumiendo lácteos.

No es ningún secreto que, durante la infancia una buena nutrición es necesaria para asegurar un crecimiento sano y adecuado, por eso algunos alimentos son imprescindibles. La leche es uno de ellos. “Es importante que los niños la consuman porque aporta calcio, además de otros nutrientes, y este es muy importante en el crecimiento para la formación de la masa ósea”, explica la doctora Moira Taicz (MN 110.979), integrante del Hospital Garrahan. El calcio desempeña un papel importante para formar y mantener los huesos y dientes sanos y aunque varios alimentos lo contienen, el derivado de la leche y los lácteos es el que mejor absorbe el organismo.

Las Guías Alimentarias para la Población Infantil, del Ministerio de Salud de la Nación, recomiendan consumir al menos 3 porciones de lácteos por día, a toda edadPor ejemplo, un vaso de leche (200 ml), una porción de queso (30 g) y un vaso de yogur (200cc). El consumo de las proteínas que contiene además de vitaminas A, B, C y D, ayuda a tener una estructura ósea más saludable y hasta se relaciona con la prevención de enfermedades cardiovasculares y de obesidad.

Los especialistas coinciden en la importancia de su consumo habitual y diario. Sin embargo, muchos papás comprenden a sus hijos cuando no la quieren tomar porque vivieron lo mismo. “Cuando era chica mi mamá me obligaba a desayunar con un tazón de leche todas las mañanas. Yo odiaba tomarla, así que cuando no me miraba, la tiraba por la rejilla de la pileta. Hoy mi hijo la bebe sin problemas pero mi hija, aunque no la tira, la toma con disgusto” cuenta Cecilia Kotroba, secretaria y mamá de Fausto (8) y Justina (4). ¿Por qué sucede? Existen diversos motivos. Algunos niños simplemente la repelen por su sabor. “Es normal que el chico presente un rechazo natural a los nuevos alimentos, es un instinto de defensa conocido como neofobia. Además, la leche materna es mucho más dulce que la de vaca”, explica Lucía Aguirre, licenciada en Nutrición.

El paso de la mamadera a la taza también puede afectar la ingesta. El chico conoce a su mamadera, sabe que puede beber con ella y se siente seguro. Por eso es aconsejable que el cambio no sea brusco. Para eso existen distintos modelos de vasos con boquillas especiales para que se adapten a su nueva forma de alimentarse.

Si pese a los esfuerzos de los grandes, los chicos siguen negándose a beberla, se la puede reemplazar. “Cuando hablamos de reemplazar un alimento por otro intentamos cubrir los nutrientes que aportaba el alimento que no ingiere el chico con otro nuevo alimento –responde Monzani- La leche por ser un lácteo se puede sustituir con otros del mismo grupo”. Así que será cuestión de contar con quesos, yogures, leches fermentadas, postres de leche y manteca. En el caso de los quesos, cuanto mayor sea el tiempo de maduración, mayor será la cantidad de calcio que aporten. Los postres de leche suelen estar fortificados además con hierro, vitaminas y minerales. Algunos papás dudan en suministrarlos por la cantidad de conservantes con los que se los prepara. “Los postres son buenos conductores de nutrientes, y por su color y sabor poseen una gran aceptación entre los niños –explica Monzani-. Por ser productos industrializados deben adicionarse con determinados conservantes.  Las cantidades permitidas se encuentran reguladas por el Código de Alimentación Argentino y existen entes que controlan que esas normas se cumplan.”

Existen algunas estrategias para que “tomar la leche” no se transforme en un momento difícil para los padres y complicado para los chicos. Se la puede sustituir por alguno de sus derivados: yogur, queso, postre de leche.  Como posee más de un 85 por ciento de agua funcionan de la misma forma para preparar alimentos, también se puede cocinar con ella, por ejemplo, la polenta o la sémola. Otra opción es incorporarla en purés, papillas, budines, salsa blanca y en la elaboración de licuados de distintos sabores. Se la puede mezclar con cacao en polvo, chocolate en barra o con cereales como copos o arroz. La cantidad a utilizar dependerá del tipo de preparación o gusto de cada uno.  Quizá no se logre que el niño tenga la pasión que Popeye sentía por la espinaca, pero tampoco la fobia que Mafalda mostraba por la sopa.

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