A partir de los seis meses, los bebés experimentan un gran miedo a quedarse solos y a los desconocidos. Cómo acompañarlos en esta etapa.
A partir de los seis meses los bebés comienzan a ser más autónomos. Ya no necesitan cambios de pañales ni mamaderas tan frecuentes, lloran un poco menos y duermen más horas. Cuando parece que la vorágine de los primeros meses comienza a calmarse, nuestro bebé se vuelve más dependiente de su mamá, no está enfermo, no se pescó una viral pero las abuelas nos dirán que tiene “mamitis”. “Me alejaba un rato de la habitación y se largaba a llorar. Ni siquiera aceptaba quedarse con mi hermano, al que veía desde bebé una vez por semana”, recuerda Lara Ruiz, administrativa y mamá de Juana. “Hace poco, un fin de semana fuimos con toda la familia extendida a la costa. Camilo que cumplió un año y ya camina estaba todo el tiempo en mis brazos, en la playa, rodeado de primos, tíos y abuelos, si me alejaba de su vista se ponía a llorar o me seguía”, comparte Analía Bianchi, editora. La experiencia de estas mamás no es única. Parece extraño que a medida que por un lado el bebé crece y aumenta sus capacidades, por otro lado se vuelve más dependiente.
“En esta etapa el pequeño es capaz de hacer muchas cosas, pero todavía es un ser muy dependiente. Necesita que le preparen las comida, lo alimenten, le cambien los pañales entre otras múltiples necesidades. Sigue siendo un bebs y es natural que dependa de su cuidadora que en la mayoría de las familias es la mamá. Pero no solo por los cuidados que precisa, la dependencia también y fundamentalmente es afectiva”, explica María Julia Fava, psicopedagoga. Esto no implica que el adulto deba permanecer a su lado y sin moverse todo el día sino empezar a ayudarlo a ser autónomo.
El temor a la separación
Entre los seis y doce meses, el bebé comienza a comprender que él y su mamá son seres diferentes. Este momento muchas veces coincide con el destete y la vuelta de la mamá al trabajo. Por eso, empieza a desarrollar un temor a perder a esa persona que hasta hace poco apenas se separaba de él y solucionaba todas sus necesidades. Como todavía no puede expresarse con palabras lo hará con gestos. Puede ser que llore o simplemente se convierta en un bebé “pegote” que sigue a su mamá a todos lados. Para ayudarlo en la autonomía una buena idea es dejarlo en su cuna, mientras la mamá está en otra habitación, pero dejar la puerta abierta y hablarle o cantarle para que sepa que su mamá sigue ahí y no hay nada que temer.
Si la mamá tiene que salir habrá que explicarle al pequeño que lo hará y dejarle en claro que regresará. También presentarle a la persona que se encargará de su cuidado. Las despedidas interminables no suelen ser una buena idea ya que prolongan el sufrimiento de ambas partes. Se puede establecer una especie de “rutina” donde siempre se usan las mismas palabras y gestos para despedirse.
¿Y este quién es?
En esta etapa, nuestro bebé no solo experimenta un fuerte temor a separarse de su mamá, también muestra miedo a los extraños. Ese bebé que pasaba de brazo en brazo de todos los familiares, ahora llora y solo desea estar a upa de su mamá. Ese bebé que le sonreía a todos, ahora en la plaza, en un local comercial, apenas se acerca una persona extraña, se “esconde” y abraza fuerte a la mamá.
“Este repentino temor a los extraños es algo que todos los bebés experimentan -señala Fava-. Esto sucede porque ya es capaz de distinguir quiénes forman parte de su entorno cotidiano (papá, mamá, hermanos) de aquellos otros que le resultan no tan familiares” Si además ese otro que percibe desconocido se encargará de su cuidado, esto aumenta su angustia porque recuerda la ausencia de su mamá. Cada vez que ve un desconocido cree que ese alguien viene a separarlo de la persona que más quiere.
Para ayudarlo a superar ese temor es importante que en esta etapa los adultos sean respetuosos con el tiempo evolutivo del bebé. Hay que evitar acercarse a él por sorpresa, abstenerse de tomarlo en brazos ‘a la fuerza’ y no agobiarlo con efusivos mimos si vemos que los rechaza. Es importante darle tiempo y espacio para que entre en confianza con ese adulto al que percibe extraño por más que se un familiar o un amigo. En estos encuentros, los papás deben mantenerse cerca, atentos pero relajados. Se debe evitar forzarlo a ir en brazos de otra persona o despertarlo de su sueño solo para que vea a las visitas. Las muestras de cariño forzadas lo perturbarán mucho más.
Aunque superar esta fase de dependencia puede llevar un tiempo, con paciencia y amor todo se logra. Varios factores ayudarán a conseguirlo: la capacidad de comenzar a hablar y los primeros pasos. En muchos casos, el ingreso al Jardín o la guardería también fomentará el desarrollo de la autonomía. Mamá y papá seguirán siendo los más importantes, pero poco a poco, el bebé descubrirá que aunque se separe un ratito de ellos seguirá con ellos toda la vida.