Existen momentos en los que los bebés parecen no estar satisfechos con el pecho, pero a no preocuparse: forma parte del ciclo natural del amamantamiento.

Es sabido que la producción de leche en la mamá se regula mediante la demanda del bebé; cuanto más mame mayor producción. Durante los primeros días de vida, los recién nacidos suelen realizar tomas muy frecuentes (entre 8 y 12). En las semanas siguientes, comienzan a alternar períodos de menor demanda con periodos en los que el bebé pide mamar más veces.

Poco a poco y durante las primeras semanas, se van organizando las tomas en un ritmo más pausado, junto con otros momentos en los que el bebé quiere tomar más veces, adecuándose la producción de leche a la demanda del niño.

Sin embargo y aunque todo transcurra sin inconvenientes, existen fases en las que los bebés parecen no estar satisfechos con el pecho. Este comportamiento causa ansiedad y preocupación en muchas familias. Cuando se da esta situación, estamos ante una de las denominadas “Crisis de lactancia”. Suelen explicarse por la presencia de picos o brotes de crecimiento en los que el bebé demanda más tomas para obtener más leche.

Es importante conocer que estos periodos forman parte del ciclo natural del amamantamiento, para no caer en la tentación de iniciar la suplementación con leche de fórmula o incluso plantear el inicio del destete.

Crisis de las 3 semanas

Durante éste periodo ‘de repente’ el bebé empieza a demandar continuamente. Esto quiere decir cada 20-30 minutos o incluso a veces no se lo puede soltar del pecho, ya que llora desconsoladamente. Esta situación ocurre durante tres y cuatro días, hasta aumentar de forma óptima la producción de leche de su madre.

¿Cómo se soluciona? Con paciencia. Si se calma al pecho, ofrecérselo todo lo que haga falta. En unos pocos días la crisis se habrá solucionado y el bebé volverá a espaciar las tomas y a tomar con más calma.

Crisis del mes y medio de vida

Nuevamente el niño necesita incrementar la cantidad de leche, demandando mayor número de tomas. Se produce una alteración en su conducta, poniéndose nervioso al pecho, dando tirones y llorando mientras mama. Pasada una semana suele normalizarse todo, volviendo al patrón de lactancia anterior a la crisis.

Crisis de los 3 meses

Puede durar entre semanas y un mes. Esta crisis posee características especiales:

  • Con frecuencia, el bebé comienza a llorar al poco tiempo de haber comenzado a mamar, dando la sensación de que rechaza el pecho.
  • El bebé recorta la duración de las tomas (apenas cinco minutos) y el ritmo de demanda es más irregular. A esta edad, la capacidad de succión de los bebés mejora mucho y son capaces de extraer la leche que necesitan en menos tiempo.
  • La madre nota los pechos blandos, debido a que a esa edad la producción de leche se ajusta a las necesidades del niño y además el bebé vacía el pecho con mayor rapidez y eficacia.
  • Se distrae mamando: le interesa más lo que ocurre a su alrededor que la comida.
  • Disminuye la ganancia de peso habitual, ya que conforme el bebé crece, se enlentece de manera natural la velocidad de crecimiento. 

Todo ello viene a reforzar la idea a la madre de que su producción de leche ha disminuido, de que el bebé la rechaza y de que no se está nutriendo bien, por lo que la crisis de los tres meses es con frecuencia el momento en el que se inicia la suplementación con leche artificial.

Como sugerencias para afrontar una crisis de lactancia, es importante:

  • Conocer sus causas, momentos de aparición y características de transitoriedad.
  • Intentar adaptarse a la demanda del bebé. Si pide mamar con más frecuencia, ponerlo al pecho cada vez que lo pida, aumentado así la producción de leche.
  • No es conveniente insistir ni forzar al niño a mamar. Esto puede desembocar en un rechazo real del pecho.
  • Durante la crisis puede ser útil buscar un entorno tranquilo, poco luminoso y en silencio.

Finalmente, no debemos olvidar que si el bebé aumenta de peso y no tiene otros síntomas, la toma de leche es correcta. Por eso, paciencia, tranquilidad que todo marcha bien.

Fuente: Asociación Española de Pediatría

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