Cuando las altas temperaturas se imponen hay que extremar las precauciones, en especial entre bebés y chicos menores de cinco años

El verano viene repleto de cosas lindas: días más largos, posibilidad de vacaciones y jornadas de sol. Pero también es el momento donde las elevadas temperaturas son constantes lo que puede provocar los temidos golpes de calor. Los bebés menores de un año son los que más riesgo tienen de padecerlos. 

Para evitar males mayores lo primero es saber qué es el golpe de calor. Verónica de Toro, pediatra (MN 138.175) nos explica que “es un trastorno causado por el aumento de la temperatura corporal que se produce por la exposición prolongada a altas temperaturas del ambiente. El organismo tiene dificultades para regular su temperatura, ya que se agota el mecanismo del sudor y se produce un desajuste en el centro cerebral que regula la temperatura corporal”. 

Cuando esto ocurre, primero estamos frente al agotamiento por calor. Pero si la condición persiste, sobreviene el golpe de calor, una situación de extrema gravedad que podemos y debemos evitar. 

Es importante reconocer la diferencia entre agotamiento por calor y golpe de calor. De Toro enumera los síntomas

Agotamiento por calor:

  • Sudoración excesiva, en bebes la irritación del cuello, pecho, pliegues por sudor.
  • Irritabilidad (llanto inconsolable en los más pequeños), cefalea, mareos o desmayos.
  • Piel pálida y fresca
  • Sensación de calor sofocante
  • Sed intensa y sequedad en la boca
  • Calambres, Agotamiento, cansancio
  • Dolor abdominal, falta de apetito, náuseas o vómitos

Golpe de calor:

  • Cefalea pulsátil
  • Vómitos
  • Aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria.
  • Aumento de la temperatura corporal. 
  • Piel roja caliente y seca, cuando se agota la sudoración.
  • Mareos y desorientación, delirios, pérdida de la conciencia, convulsiones.

Se debe tener en cuenta que los más afectados son los niños menores de 5 años, especialmente los menores de 1 año. Esto ocurre porque no tienen suficiente reserva de agua en su cuerpo. Además debemos tener especial cuidado en niños con enfermedades crónicas (cardíacas, renales, neurológicas, obesidad, desnutrición, etc), los niños febriles por otras causas y los que padezcan una quemadura por exposición solar. 

¿Cómo actuar cuando descubrimos los síntomas? Es importante recalcar que el golpe de calor es una situación de emergencia. De Toro aconseja que apenas se sospecha lo que se debe hacer es:

  • Consultar inmediatamente a la guardia o sistema de emergencias.
  • Poner al niño en el lugar más fresco y ventilado de la casa
  • Ofrecerle agua fresca si está consciente
  • Desvestirlo y refrescarlo con agua fría.
  • No dar antitérmicos

Pero como ya sabemos siempre es mejor prevenir que curar. Por eso, nuestra pediatra también nos sugiere estas medidas:

  • Cuidar de que los niños mantengan una buena hidratación, si son menores de 6 meses, aumentar la frecuencia de las tomas de pecho o mamadera.
  • Refrescarlos con frecuencia.
  • Fomentar actividades y juegos tranquilos.
  • Evitar juegos con exposición solar entre las 10 y las 16 hs.
  • Siempre usar protección solar FPS +50, reponerlo cada 2 horas y acostumbrarlos a llevar sombrero.
  • Vestirlos con ropa liviana, de algodón y lo más holgada posible.
  • Y jamás dejarlos dentro de vehículos estacionados y sin ventilar.

Hidratados siempre

En opinión de la Dra. Noemí D’Artagnan, médica pediatra y Secretaria del Comité de Pediatría Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), “es indispensable la reposición adecuada de líquidos: en los lactantes menores de 6 meses con lactancia materna exclusiva, aumentar la frecuencia de amamantamiento y en los más grandes hidratarlos con agua segura y fresca (potable o hervida fría) y jugos frutales naturales. Ante altas temperaturas, debe incrementarse el aporte de líquidos entre un 20 y un 50 por ciento por encima de lo habitual para reponer las pérdidas por sudoración”.

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