Es una de las complicaciones más habituales de la lactancia y también una de las más fastidiosas.

La lactancia es un maravilloso momento de conexión emocional entre la mamá y su bebé, pero no siempre es tan idílico como parece. Una de las “culpables” son las llamadas perlas de leche.  A simple vista, se observa en el pezón un punto blanco, pequeño, brillante y nacarado, una especie de ampolla que se infla cuando el bebé mama y se desinfla después. Al tiempo se convierte en un pellejo blanquecino y luego en una costra que termina desprendiéndose. El proceso dura aproximadamente una semana y en ese lapso la zona duele bastante; se siente una quemazón tan aguda como penetrante que dificulta la lactancia.

Los puntos blancos o perlas de leche son obstrucciones que se producen en el final de los conductos mamarios. A simple vista se observa que son más pequeñas antes de dar el pecho y suelen aumentar después de la toma. El taponamiento provoca que la leche no pueda salir al exterior y no permite el vaciado del conducto. El origen puede ser traumático, por ejemplo, cuando el bebé cierra la boca fuerte y tironea la cabeza hacia atrás o intenta seguir con la mirada a alguien que pasa por delante sin soltar el pecho. 

Una vez que aparecen y ante el dolor que producen ¿qué se puede hacer para eliminarlas? Si la causa es traumática y el punto es muy exterior, se puede aplicar calor, luego levantar la capa superficial de piel con una aguja estéril y presionar para drenar el conducto obstruido.

Pero en la gran mayoría de ocasiones las perlas son causadas por una infección. Las bacterias patógenas tienen la capacidad de formar biofilms, es decir, adherirse a la luz de los conductos y junto con restos de calcio taponarlos. Así que este tipo de puntos blancos son, en definitiva, matrices de calcio recubiertas de bacterias. 

A las perlas de leche de origen bacteriano se las diferencia de las de origen traumático porque presentan un color más amarillento. Además suelen ser profundas y afectar todo el conducto, de modo que lo que asoma “solo es la punta del iceberg”. En estos casos pincharlas suele causar más dolor e inflamación.

Existe bastante controversia sobre si deben drenarse o no. Según María Vega González, puericultora de Red MaternAll, las perlas de origen traumático si se pueden pinchar, pero no en casa. En caso de que produzca mucho dolor, un profesional la puede deshacer con una aguja estéril para drenarla. También se puede aplicar calor durante un par de minutos y cuando esté blandita raspar con una toalla limpia. En cualquiera de estos casos se debe poner al bebé al pecho después para que pueda drenarlo bien. En el caso de las perlas por infección no se recomienda realizar ninguno de estos dos procedimientos, ya que podría empeorarla”.

El tratamiento, entonces, dependerá de la causa por la que haya aparecido, por lo que la valoración de un profesional es fundamental tanto para tratarla como para evitar que vuelva a ocurrir.  Si su origen es traumático, es muy importante la valoración de la toma y de la boca del bebé, ya que puede deberse a un agarre superficial, succión masticatoria, mal agarre, frenillo lingual corto (anquiloglosia),  y podría volver a producirse de nuevo. Si el origen es bacteriano, sí o sí habrá que consultar al médico de cabecera para que indique el tratamiento adecuado.

La mejor manera de prevenir futuras complicaciones es, ante los primeros inconvenientes, buscar la ayuda de un profesional y hacerlo rápido. En la lactancia materna no se deben dejar pasar estas pequeñas dificultades, ya que pueden dificultar la lactancia y ese momento único de comunicación entre la mamá y su hijo.

Fuente: Asociación Alba para una lactancia exitosa

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