La mayoría de los bebés alimentados con leche materna están sanos y crecen a un ritmo normal. Sin embargo, conviene estar atentos a algunos parámetros.

Un motivo frecuente de preocupación para los papás es si el recién nacido baja de peso, pero a no afligirse. En la mayoría de los casos, todos pierden peso durante los primeros tres y cinco días de vida y lo recuperan siete o diez días después del alumbramiento. Es una de las razones por las que, luego del parto y durante la estancia del bebé en el hospital, los profesionales de la salud vigilan la instauración de la lactancia y la evolución del peso. Pero este control no se termina con el alta médica. Es conveniente que a las 48-72 horas del alta, el bebé sea valorado por los especialistas para comprobar el desarrollo, sobre todo en aquellos que muestren una pérdida superior al 7 % con respecto al peso que tuvieron al nacer.

Pero ¿cómo saber cuál es el parámetro esperado? Para realizar el seguimiento del crecimiento del lactante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ideó unas curvas que muestran cuál debería ser el crecimiento en condiciones óptimas de los bebés amamantados. Estos indicadores son los que usa el pediatra y con los que comprobará en cada revisión cómo evoluciona el bebé. Además contempla que los que se alimentan con fórmula artificial, engordan de un modo más rápido que los que toman pecho.

Esta herramienta requiere una interpretación correcta y además no es la única con la que se valora el crecimiento. Más allá de los parámetros del peso o la longitud, que pueden tener variaciones muy amplias dentro de la normalidad, el pediatra y la enfermera valorarán otros datos importantes: la exploración física, el desarrollo y el ritmo de deposiciones o micciones.

De forma orientativa, el ritmo de ganancia de peso durante los primeros meses de vida es el siguiente:

  • 0 – 6 semanas: 20 g/día
  • Menos de 4 meses: 100-200 g/semana
  • 4 – 6 meses: 80-150 g/semana
  • 6 – 12 meses: 40-80 g/semana

El crecimiento del niño debe ser supervisado por un pediatra o un agente de salud. Durante el primer mes de vida, los controles son más frecuentes, después si todo marcha bien, se van espaciando salvo situaciones especiales y por indicación del especialista. Lo recomendable es seguir las revisiones que se pauten, sin obsesionarse por las cifras, porque es el médico el que individualizará y valorará cada caso de manera conveniente.

Fuente: Asociación Española de Pediatría

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