Algunas creencias populares relacionadas con la crianza y salud están muy arraigadas en nuestra sociedad. La ciencia nos dice cuáles son válidas o no.

“Cada maestrito con su librito” asegura un viejo dicho y cuando nace un bebé es frecuente que muchas personas se nos acerquen con consejos y máximas que repiten con seguridad pero de dudosa e incluso nula validez científica. Cuatro frases que quizás escuchaste y qué hay de cierto en ellas.

“Si la mamá está resfriada no le debe dar de mamar al recién nacido porque le puede pasar el resfriado”

Esto es falso. Los resfríos son muy frecuentes en especial en otoño e invierno. La causa de los resfriados son distintos tipos de virus. Estos no se pasan a través de la leche. La vía de transmisión es a través de las secreciones respiratorias.

Para evitar pasar la infección al bebé es muy importante evitar toser o estornudar cerca de él, además de realizar un lavado de manos frecuente y correcto.

Es importante recordar que a través de la leche materna, la mamá pasará al bebé las defensas que su cuerpo creó frente la infección y de esta forma ayudará a que se forme poco a poco el sistema inmunitario de su hijo. 

“La mamá que amamanta no debe comer verduras, frutas, hortalizas ni beber gaseosa o soda porque le genera cólicos al bebé”

Se piensa que los gases que la mamá experimente por tomar determinados alimentos o bebidas pueden pasar a través de su leche al bebé, pero esto no es cierto. Los “gases” que la madre puede tener están solo en su intestino. No pasan a su sangre y de ahí a la leche que produce. Por eso es imposible que le lleguen al bebé.

Además, las sustancias que a los adultos nos provocan “gases” son la mayoría de las veces la fibra o el almidón. Estas sustancias no están presentes en la leche materna, por lo que no pueden ser las causantes de los cólicos del lactante 

No se conoce bien cuál es la causa de los cólicos del primer trimestre. Afortunadamente, es un cuadro pasajero, que desaparece después de los primeros meses de vida.

“Cortar el pelo al bebé hace que lo tenga más fuerte”

Algunos bebés nacen con más pelo que otros. Durante los primeros meses el cabello se les suele caer y deja calva la zona de apoyo de la cabeza, pero después vuelve a salir. Ni cortando ni afeitando el pelo se consigue que salga más grueso.

Se lo puede cortar o no dependiendo de las preferencias de cada familia. Habitualmente se trata de algo estético o se busca la comodidad para el bebé en el periodo de calor. Salvo que por razones de dermatitis en el cuero cabelludo sea aconsejable tenerlo más corto. En estos casos será el pediatra o dermatólogo quien lo aconseje.

El pelo se puede cortar en el momento que la familia crea conveniente, pero se lo debe hacer con cuidado, ya que a veces los niños se mueven de forma brusca. Se puede utilizar tijera o con máquina de cortar el pelo, pero procurando no acercarse demasiado al cuero cabelludo, de esa manera se evitan heridas y/o cortes. Tampoco friccionar demasiado.

“La fiebre hace crecer y crecer produce fiebre”

Cada vez que un niño tiene fiebre es frecuente escuchar que luego “pega un estirón”. Esto es verdadero, pero con matices, ya que ese crecimiento está relacionado con dos hechos. El primero, la fiebre estimula la hormona del crecimiento como parte de los mecanismos defensivos. Lo segundo tiene que ver con el número de horas de sueño. Los niños duermen más cuando están enfermos. Y el sueño también hace que se libere esta hormona. Ambas cosas juntas explican entonces esa creencia tan popular.

Sin embargo, no se puede asociar la fiebre con el crecer. El crecimiento nunca produce fiebre porque se trata de una actividad continua a lo largo de los primeros 18 años de vida. La fiebre tiene otras causas. Es un mecanismo de defensa frente a otro tipo de problemas, como las infecciones. Y no tiene que ver con que el niño vaya a crecer más o menos. Crecer dependerá de la genética, la alimentación y el entorno.

Fuente: Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP)

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