Los días de calor llegan con tres peligros silenciosos: la deshidratación, las quemaduras solares y las picaduras de insectos. Sugerencias para evitarlos.

En cada estación hay que reforzar algunos cuidados para nuestro bebé. Si el invierno con el frío y sus bajas temperaturas llegan los resfríos y bronquiolitis; en el verano acechan la deshidratación, las quemaduras solares y las picaduras de insectos. Aunque anden rondando, en época estival podemos realizar algunas acciones para que no nos atrapen y que nuestro bebé disfrute cómodo, protegido y sin tener que salir de urgencia a la guardia pediátrica.

1. Cuidar su higiene

Las altas temperaturas del verano y la humedad del entorno -sobre todo si se está de vacaciones en la playa- provocan que el bebé sude más. Esto favorece que aparezcan más lesiones en la piel. Las más frecuentes son la dermatitis del pañal y las lesiones en los pliegues cutáneos y suelen afectarlas zonas de mayor sudoración, conocidas como sudaminas.

Para prevenirlas, además del baño diario con un gel especial para bebés y de las medidas de higiene cotidianas, hay que vigilar más la piel del pequeño. Para evitar escoceduras y eritemas lo mejor será aplicar cremas protectoras e hidratantes. 

2. Controlar el ambiente

En verano es recomendable que la habitación donde descansa el bebé permanezca en penumbra. La temperatura no debe superar los 24ºC, siendo la temperatura ideal de 22ºC.

El uso de aire acondicionado no está prohibido pero sí se debe cuidar que el chorro de aire no incida de forma directa sobre el niño. El nivel de humedad de la habitación no debe descender por debajo del 60%.

Se debe tener especial cuidado en mantener la habitación ventilada a diario. Es ideal hacerlo en las horas de menos calor. La ventana puede permanecer abierta siempre que tenga malla de protección para los insectos y cuidando que no permita entrar excesivo calor del exterior.

3. Preparar los viajes

El bebé puede viajar a cualquier edad y en cualquier medio de transporte, pero siempre teniendo presente su comodidad, tanto para él como para la mamá o el adulto que lo cuida.

Al programar un viaje largo es importante calcular las paradas necesarias para alimentarlo y cuidar su higiene. La temperatura del auto se debe mantener lo más agradable posible.

En medios de transporte públicos como avión o tren, será importante ser precavidos y llevar suficientes pañales y mamaderas. Si el trayecto será corto, una buena idea es elegir el que sea durante la hora de la siesta. De esa manera nos aseguraremos de que el bebé se dormirá y realizará el viaje tranquilo. Si es un trayecto largo, en el caso de los aviones, hay que evitar si es posible tener que hacer muchas conexiones entre vuelos o intentar que no sean muy rápidas.

Para entretenerlo podemos llevar algún juguete no muy grande que le suela gustar. Por ejemplo, su peluche favorito o un libro de cuentos adaptado a su edad.

4. Ropa liviana 

Cuando las temperaturas son muy altas, la ropa del bebé debe ser escasa y transpirable. Pero, atención, por la sensibilidad de su piel y para evitar quemaduras solares nunca debe permanecer desnudo.

También habrá que evitar plásticos y otros elementos sintéticos en el colchón y en la ropa de cama, ya que aumentan la sudoración.

La ropa para vestir y la de la cama en lo posible debe ser de fibras naturales (hilo, algodón o lino). Las prendas no deben ser demasiado ajustadas al cuerpo y deben permita la movilidad y la evaporación del sudor. Los mejores colores son los claros y suaves ya que reflejan la radiación solar y son más adecuadas para esta época del año.

5. Muchísimo cuidado con el sol

Cuando un bebé es menor de seis meses nunca se lo debe exponer al sol de forma directa. Siempre que se encuentre al aire libre se lo protegerá con filtros solares de alto índice de protección.

La piel del bebé es muy vulnerable a las radiaciones solares y sus mecanismos de defensa están muy limitados por su inmadurez, debido a ello puede aparecer con facilidad eritema solar y quemaduras y lo que es peor, se acumula el ‘capital solar’, que en edades avanzadas de la vida puede dar lugar a lesiones cutáneas más graves.

Por lo tanto, el niño pequeño (menos de seis meses) debe estar siempre protegido del sol, con gorrito, en la sombra o entre sol y sombra y siempre con filtros solares en la piel con riesgo de exposición.

Es conveniente sacarle al aire libre por la mañana temprano y a la tarde a última hora que es el momento que radiaciones solares son menos nocivas.

6. Que no falte el agua

En verano las necesidades de agua en la dieta aumentan, pero la alimentación del bebé se basa exclusivamente en un alimento líquido que es la leche materna o la de fórmula y ambas contienen una adecuada proporción de agua.

Ambas contienen aproximadamente un 87% de agua en su composición, por lo que el aporte de líquidos suplementarios no es muy necesario. En ocasiones, en épocas de calor intenso se le pueden ofrecer pequeñas cantidades de agua envasada para suplir las pérdidas aumentadas por el sudor.

La deshidratación del bebé en verano se produce cuando hay una escasez de aporte de líquidos o un aumento de las pérdidas de agua (sudor, heces, orina, vómito, etc).

Si hay más deposiciones de lo normal, o estas son más, líquidas o vomita y come menos, hay que consultar rápidamente al pediatra.

7. Baños más largos

El baño diario, que forma parte de los hábitos de higiene diaria del bebé, debe ser mantenido durante el verano. Pero existe un pequeño cambio: la temperatura del agua puede ser algo más fresca y la duración del baño se puede prolongar un poco más

En días de mucho calor se le puede bañar más de una vez y, a medida que crece. Cuando el bebé cumplió los seis meses, se le puede bañar en la piscina o en el mar.

8. Fuera bichos

La prevención de la picadura de insectos debe ser una constante en el manejo del bebé durante el verano.

La vida en el campo o en la playa y el uso de casas o apartamentos que pueden permanecer cerradas el resto del año, hace aumente el riesgo de sufrir picaduras, que pueden ser peligrosas.

La  aplicación de repelentes cutáneos en niños mayores, y el uso de barreras mecánicas (como mosquiteras) en niños pequeños ayuda a evitar que los molestos insectos piquen.

9. Dulces sueños

Los horarios del sueño durante el verano se alteran levemente, ya que existe la tendencia de aumentar el sueño diurno, pues con calor intenso el niño tiene propensión a dormir algo más.

Para procurarle un descanso más cómodo, pon en práctica las medidas que mencionábamos en cuanto a la ropa de cama, la temperatura de su habitación y el control de insectos que puedan perturbar su sueño. 

10. Vigilar su alimentación

Durante el verano, la alimentación del bebé no será muy diferente de la del resto del año. Si todavía es lactante, continuará con la lactancia materna. Eso sí, la mamá deberá ingerir un suplemento importante de líquidos para que la producción de leche no se resienta.

Si el bebé está tomando leche de fórmula, en algunos casos y en días de calor muy intenso, será conveniente aumentar la dilución de las tomas añadiendo 10 cc de agua por mamadera, para que beba más agua, ya que es esencial para no deshidratarse.

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