María Victoria Marconi nos cuenta el difícil camino hasta lograr el embarazo y cómo su hija interactúa con sus ‘hermanos” perrunos.
El momento de desear ser mamá es diferente para cada mujer, para cada familia y María Victoria Marconi puede dar testimonio. Con Leonardo, su pareja se conocieron mediante una aplicación. “Cuando empecé a salir con él no teníamos idea de ser papás. Sentía que ya estaba, que ya había pasado mi edad. Incorporamos a Axel, nuestro primer perrito, y a los dos años incorporamos a Toretto. Todo hacíamos con ellos, nuestros perros eran nuestros bebés”.
La cotidianeidad fluía hasta que un día el deseo de ser padre llegó con una pregunta a modo de chiste surgió la pregunta “¿Qué harías vos con un bebé?”. La respuesta los ilusionó. Comenzaron el camino para ser papás. No fue sencillo.
“Me tuve que operar de miomas”, recuerda Victoria que además tenía algunos problemas de tiroides. En todo este proceso fue muy bien acompañada por un ginecólogo que pronunció una frase que se convirtió en certeza. “Vos vas a quedar embarazada el día que tu cuerpo sepa que podés quedar embarazada”.
El embarazo no llegaba y comenzó un tiempo difícil. Para calmar un poco la ansiedad que vivía decidió empezar unas sesiones de terapia con un psicólogo. Su médico seguía asegurándolo que todo estaba bien, pero que no podía garantizarle cuánto tiempo más debía esperar para lograr el ansiado embarazo.
El profesional le propuso hacer un tratamiento, pero Victoria ya tenía un atraso. Fue a la farmacia, compró un test de embarazo. “Mucha suerte sea lo que sea que quieras”, le dijo con humanidad la farmacéutica que la atendió. Y lo que ella quería fue lo que sucedió: las dos rayitas le confirmaron que esperaba un bebé.
En la semana siete se realizó una ecografía donde por primera vez escuchó los latidos del corazón de su beba. “El embarazo lo transité con mucho cuidado. Tenía declarada la hipertensión”, recuerda.
Entre la alegría por la vida que llegaba, el destino le tenía preparado una gran tristeza. “Mi papá falleció, pero por suerte se pudo ir sabiendo que estaba esperando una nieta. Por ese lado se fue tranquilo y contento”, reflexiona su hija.
Victoria cuenta que el nacimiento de Lupe fue hermoso. “Salió con los ojos abiertos y haciendo fuerza con las piernas. Vi toda esa vitalidad y dije ‘lo logré’”, se emociona y sigue “hice mucho para que ella estuviera bien. No pude llorar a mi papá por miedo a que se me dispare la presión”. Pero además le indicaron reposo completo y tomar más de doce pastillas de medicación diarias. Hoy con su beba en brazos reconoce que hay días que son complicados, pero asegura que “no los cambiaría por nada del mundo”.
Axel y Toretto le dieron la bienvenida a la nueva integrante. “Es una familia multiespecie. Lupe con nuestros perros se lleva maravillosamente. Se levanta y lo primero que quiere es ver a los ‘hermanos’. Recibe mucho estímulo por parte de ellos”.
Después de todo lo vivido, Victoria afirma que para ella ser mamá es “lo mejor del mundo. Sacó lo mejor de mí. Veo a mi hija y me derrito de amor”.