La palabra proviene del griego y se tradujo como “esclava”, pero luego cambió y ahora se asocia  a una “una mujer que ha tenido hijos y se pone al servicio de otra que va a parir, acompañándola durante el embarazo, el trabajo de parto, parto y puerperio”.

En el último tiempo, en el entorno profesional de la familia que busca un hijo o la mujer embarazada, apareció un nuevo agente: la doula. Sin embargo, muchas familias no saben con exactitud cómo trabajan con el equipo de obstetricia ni qué rol ocupan. 

Existen algunas controversias en torno al rol de la doula y algunos profesionales no la suman a su trabajo porque argumentan que no son médicas. Sin embargo, es importante entender el abordaje de los pacientes como multidisciplinario, y así como se utilizan terapias complementarias para atravesar la búsqueda de un hijo o el embarazo, la experiencia nos convence del beneficio que la compañía de esta persona da a las pacientes, a las familias y al bebé.

Si bien la palabra significaba esclava o sirviente, hoy ese término lejos está de algo negativo. Se rescató y se lo llevó a un escenario donde se relaciona a un acompañamiento del embarazo, la lactancia y los cuidados del recién nacido.

Desde una mirada menos académica, son mujeres madres que se forman para estar al servicio de otras mujeres durante la búsqueda del embarazo, el embarazo, el nacimiento, la lactancia, el puerperio y el primer año de vida. Su rol es el de escuchar los deseos de la mujer, acompañarla para poder cumplirlos, empoderarla y ayudarla a consensuar sus sueños maternales con su equipo médico.

En el mundo, muchos países tienen profesionalizado ese rol y forma parte de los equipos médicos. En Estados Unidos existe una red extensa de doulas y su remuneración está contemplada en la mayoría de los seguros médicos. En el Reino Unido, son aceptadas dentro de los servicios de maternidad, algunos los emplean y otros tienen voluntarias. En Polonia, por ejemplo, están reconocidas y reguladas desde 2015.

Tener una doula tiene como beneficio un acompañamiento constante, apoyo, un vínculo mujer – mujer (o familia u hombre – se suman nuevos modelos familiares). Siempre para fortalecer la capacidad de maternar, de elegir, de dar amor, y llevar a la mujer al camino soñado para el nacimiento. Redunda en embarazadas que llegan a parir más empoderadas, con menos miedos, más plenas, e incluso capaces de entender las condiciones de su parto, en caso de que no sea como ellas lo desearon por alguna cuestión médica.

La doula complementa el equipo médico y en ningún momento intercede en su trabajo, ni intenta ocupar ningún rol que no es el suyo. En todos los casos, es el equipo el que la autoriza y valida, si la futura mamá lo pide. Tiene que existir una sinergia constante y un pleno entendimiento de que la doula es transparente (no se ve). Su único trabajo en la parte médica es agarrar la mano fuerte de la mujer y decirle, “¡vos podes!”

Ellas son médicas, no reemplazan al equipo, ni al obstetra, ni a la partera. Su rol es el de acompañar y, cuando eso está claro, los beneficios son para todos los involucrados.

Parir con una doula es hacerlo respetando los deseos de la mujer y de la familia, es acordar con el equipo médico todo lo que sea posible en relación a lo que sueña la embarazada. Parir con ella es el cálido abrazo en la soledad luego del nacimiento y es, también, saber que eso va a pasar.

Fuente: Agencia Télam. Dr. Sergio Pasqualini, director y María Laura Domínguez, doula de Halitus Instituto Médico.

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