Son episodios que asustan y mucho a la familia. Cómo reconocerlas y qué hacer ante estas situaciones.

Cada día nuestro cerebro procesa miles de millones de impulsos eléctricos que viajan a través de las neuronas a una velocidad que alcanza los 300 kilómetros por hora. Es gracias a esto que uno de nuestros principales órganos cumple con el objetivo de coordinar todas las funciones de nuestro organismo. 

Algunas situaciones pueden producir una variación que daña el funcionamiento de este impresionante mecanismo: las convulsiones. Se trata de un trastorno súbito de la función y de la actividad eléctrica de las neuronas que descargan en forma exagerada o desorganizada los impulsos eléctricos. 

Sus síntomas pueden ser de leves a graves y muchos papás se preguntan cómo identificar una cuando el bebé o un niño las padece. Desde el portal de la Sociedad Argentina de Pediatría señalan estos síntomas:

  • Se desmaya o se pone rígido, con el cuerpo duro
  • Sufre contracciones o sacudidas de una parte o de todo el cuerpo
  • Expide espuma por la boca, mientras su respiración es ruidosa o se interrumpe por unos segundos
  • Contrae la mandíbula
  • Tiene la mirada perdida o realiza movimientos abruptos con los ojos
  • No responde o presenta movimientos o conductas repetitivas o anormales

Al finalizar el episodio, el niño queda confuso o somnoliento. Habitualmente tiene relajación de esfínteres con pérdida de orina o materia fecal. Es importante señalar que no siempre se producen todas estas manifestaciones: varían según la causa de la convulsión.

¿Cuánto tiempo dura una convulsión? Su duración suele ser breve de pocos segundos o minutos; rara vez excede los 15 minutos. Las causas que la pueden desencadenar son muy variadas. Algunas tienen su origen en afecciones del propio cerebro y otras son trastornos del organismo que repercuten en el cerebro. Pueden deberse a múltiples problemas como:

  • Aumento de la temperatura corporal: fiebre, golpe de calor
  • Trastornos del Metabolismo como deshidratación, alteraciones de la glucosa, calcio, magnesio, sodio y otras sustancias del organismo
  • Infecciones como encefalitis, meningitis, absceso cerebral
  • Afecciones del cerebro como epilepsia, hemorragias, tumores, traumatismos, malformaciones
  • Enfermedades genéticas
  • Falta de Oxigenación por problemas respiratorios o asfixia
  • Intoxicaciones por medicamentos, drogas, picaduras ponzoñosas, venenos
  • Reacciones por frustración o enojo en niños pequeños como espasmos de sollozo.

La gravedad varía según la causa que las provoque:

Las de corta duración, por sí mismas no son graves, las convulsiones febriles, son benignas y no dejan daño.

Las convulsiones muy prolongadas o las producidas por infecciones o hemorragias del cerebro implican mayor gravedad.

El daño posterior o las secuelas están relacionados con las causas que provocaron la convulsión; muchas de ellas no dejan ningún daño o discapacidad.

La convulsión siempre es una emergencia por lo que es conveniente llevar al chico al hospital o servicio de salud más cercano. Es fundamental hacer un diagnóstico preciso de la causa de la convulsión inmediatamente después de que ésta termine

¿Cómo se trata una convulsión? El examen del médico pediatra, la consulta con el neurólogo infantil y la posibilidad de realizar estudios complementarios y análisis permitirán identificar la causa e iniciar el tratamiento del proceso que la originó. Completado el estudio y la evaluación, el pediatra o el neurólogo infantil podrán explicarle mejor la causa de la convulsión y los cuidados futuros en caso que los necesite. 

¿Qué hacer cuando un chico tiene una convulsión? Mantener la calma, ante todo. Luego:

  • Acostarlo boca arriba o, si vomita, de costado
  • Mirar el reloj (al inicio y al final) para contar los minutos de su duración
  • No sujetarlo, no impedir que se mueva, a no ser para protegerlo de golpes o caídas (alejar mesas, sillas, objetos contundentes)
  • Aflojarle la ropa
  • No dejarlo solo
  • Observar qué le pasa, cómo se comporta, serán datos muy útiles para brindárselos al médico
  • No introducir ningún objeto ni los dedos en la boca, no intente tomarle la lengua, no se atragantarán. Puede lastimarlo más
  • La convulsión pasa sola. No es necesario sacudirlo ni golpearlo ni echarle agua fría ni hacerle aspirar alcohol
  • No es necesario reanimarlo. Recuperará la respiración y el color sin ayuda
  • No le administre por su cuenta medicamentos, ni agua, ni sal durante la convulsión o inmediatamente después
  • Organizar el traslado al hospital o centro asistencial más cercano
  • Trasladarlo con cuidado, respetando el tránsito. La convulsión no mata, un accidente de tráfico sí
  • No es necesario mantenerlo despierto cuando la convulsión termina.

    Fuente: Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)
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