Cómo comunicarte de una forma equilibrada con tu hijo desde las primeras semanas de gestación

Cuando medimos el tiempo de vida de una persona, tomamos como referencia el día de su nacimiento. Sin embargo, existimos como seres independientes desde el mismo momento de la concepción. Por eso, es importante tener en cuenta las necesidades emocionales de la madre y del bebé desde que la mujer queda embarazada.

Las investigaciones médicas confirman la importancia del estado emocional de la mujer embarazada para la salud del feto. A partir de la semana 13, el bebé percibe los gorgoteos del vientre de su madre, como primeros sonidos. Además los latidos de su corazón, como los de su mamá, serán sus compañeros durante el tiempo que pase en el útero.

Se sabe que dentro del vientre materno el bebé escucha las conversaciones y la música del exterior, con sonido distorsionado, pero con mayor facilidad en las notas graves de la música y las consonantes de las palabras.

Durante el último trimestre, el bebé deberá prepararse para la vida fuera del útero y percibir el dolor. A partir de la semana 26, pasa la mayor parte del tiempo durmiendo y, el tiempo restante, permanece alerta a cualquier ruido externo, o a cualquier estímulo amenazante (mostrando el reflejo de protección, estirando y apartando los brazos y las piernas).

La influencia emocional

El ritmo cardíaco y la presión sanguínea de la futura mamá están directamente relacionados con su estado emocional. Si se encuentra tensa y estresada, el corazón aumentará sus latidos y subirá la presión sanguínea que pasará rápidamente a través de la placenta y afectará al bebé. 

Esta simbiosis desde el útero entre ambos hace que sea fundamental procurar que el estado emocional materno sea lo más equilibrado posible y evitar preocupaciones excesivas. 

¿Cómo cuidar las emociones?

Lo principal es intentar relajarse, por eso en la medida de lo posible es importante realizar actividades que hagan sentir bien a la futura mamá. Ayuda mucho rodearse de personas que transmiten afecto y seguridad. Aprovechar que quizás el oído sea el sentido más desarrollado del feto y acompañar una buena comunicación son sonidos, canciones, música y todos los mensajes que surjan.

Las emociones, e incluso los pensamientos de una madre, afectan directamente la “configuración” de la mente. Es importante, a la vez, cuidar de las relaciones con los demás, en especial con la pareja, ya que el estilo de comunicación que se emplea a diario con ella, o con personas dentro de un vínculo especial, será fácilmente un reflejo de cómo pueda darse la comunicación a la hora de afrontar la crianza.

Tener un hijo es una maravillosa experiencia y vale la pena vivirla en toda su intensidad, con todos nuestros sentidos abiertos, con toda su carga emocional, ya desde la gestación y desde una perspectiva positiva.

Fuente: El Mundo, por Raquel de Diego, especialista en pareja y familia

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