Aunque en los niños no son muy frecuentes suelen ser un motivo de consulta.
Nuestro hijo recibe por segunda vez la dosis de un medicamento recetado por su pediatra. Al tiempo notamos una reacción en su piel que puede ser una erupción o un enrojecimiento. En algunos casos experimentan problemas respiratorios o digestivos. Estas reacciones pueden ocurrir a los pocos minutos de recibir el medicamento, otras veces tardan varias horas y en algunos casos suceden después de finalizar el tratamiento. En estos casos es posible que nos encontremos ante una reacción alérgica a determinado medicamento. Aunque raramente ocurren en la infancia es preciso estar atentos. Por eso desde el Comité Nacional de Alergia de la Sociedad de Pediatría explican:
Las reacciones alérgicas a medicamentos son eventos no esperados y no provocados por la acción farmacológica del mismo, sino que son causados por mecanismos inmunológicos. Si bien en niños son menos frecuentes, representan el tercer motivo de consulta en servicios de Alergia e Inmunología.
Los medicamentos que más frecuentemente causan alergia en la infancia son los antibióticos Betalactámicos (Penicilina, Amoxicilina y derivados) y los Antiinflamatorios no Esteroideos (AINES: como Aspirina, Dipirona, Ibuprofeno, Diclofenac).
Las reacciones afectan frecuentemente la piel, aunque pueden producir cuadros que comprometen también el aparato respiratorio y circulatorio generando la reacción anafiláctica (de mayor gravedad).
Siempre que exista sospecha de alergia a un medicamento, este debe ser suspendido inmediatamente, y requiere su pronta consulta con el pediatra.
Luego, deberá ser evaluado por un alergólogo infantil, quien confirmará o descartará el diagnóstico de reacción alérgica al medicamento.
Si bien no puede saberse con anterioridad a la administración de un medicamento qué niño presentará una reacción alérgica, existen algunas conductas protectoras que familias y sistemas de salud pueden llevar adelante como:
– Evitar la automedicación (sin prescripción de un profesional).
– Evitar el uso de medicamentos cuando no son necesarios (ejemplo antibióticos en enfermedades virales).
-Evitar el uso de preparaciones farmacéuticas que incluyan varios compuestos (por ejemplo, antigripales).
Recordar siempre que ante la sospecha de una reacción alérgica a un medicamento el niño debe ser correctamente estudiado, ya que rotularlo como alérgico cuando no lo es implica uso de otros medicamentos frecuentemente más costosos y menos efectivos.
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