Los estímulos externos son muy importantes para el desarrollo del bebé y los niños. El yoga para niños es una excelente opción.

Durante mucho tiempo la práctica del yoga fue asociada solo al mundo adulto. Esta disciplina espiritual, física y mental no parecían atractivas para los niños. Sin embargo, en los últimos años muchas familias encontraron en el yoga una manera divertida de enseñarles a los niños y las niñas una mejor manera de relajarse y conectarse con ellos. De todo esto conversamos con Lucrecia Ricchezza, profesora de Yoga y autora de “La Aventura de Suri, un vinyasa hecho cuento”.

Al nacer, tenemos una conexión natural con nuestro instinto animal, con nuestra naturaleza más genuina. Comemos cuando lo necesitamos y cuanto necesitamos, estamos en contacto con nuestras emociones y las manifestamos de manera espontánea, jugamos creativamente y exploramos el mundo con curiosidad, dormimos en función de lo que demanda nuestro organismo y nos movemos conforme nuestro cuerpo se va desarrollando (teniendo en cuenta que la columna vertebral de los seres humanos adquiere sus curvaturas fisiológicas durante los primeros años de vida). En base a lo dicho anteriormente, podemos interpretar que en nuestra primera infancia estamos en total armonía e integración. 

A medida que vamos creciendo y aprendiendo de nuestro entorno, poco a poco vamos alejándonos del instinto y la intuición para dar paso al predominio de la mente y la razón. Si bien este proceso no es malo en sí mismo, comenzamos paulatinamente a separarnos de nuestro cuerpo y nuestra emocionalidad, a dejar de escucharnos, a medir la exteriorización de nuestras emociones, ajustamos nuestros horarios de sueño y comida en función del ritmo al que se mueve el mundo, reducimos las instancias de juego creativo convirtiéndolas en competencias que requieren de táctica y técnica, anulamos la curiosidad con aprendizajes estandarizados, y dejamos de movernos naturalmente para pasar a estar sentados gran parte de nuestro día. Con el correr del tiempo, llegamos a considerar nuestro cuerpo como un mero vehículo para transportar nuestro cerebro y las emociones como mera sensiblería y susceptibilidad.

Si tenemos en cuenta los altos niveles de estrés y malestar generalizados en la sociedad, podemos ver claramente los efectos de esta separación, de esta desconexión en el complejo cuerpo-mente-alma. 

Volvamos al principio, ¿cómo puede el yoga beneficiar a los niños?

En primer lugar, honrando su sabiduría natural, permitiéndoles ser niños, facilitándoles un espacio de exploración en libertad. 

Una clase de yoga infantil es una construcción grupal que se va desarrollando colaborativamente a partir de propuestas lúdicas. Los juegos que realizamos en una clase de yoga infantil no tienen por objetivo competir, sino lograr mayor unión con uno mismo, con los demás integrantes de la clase, con su mundo y con su entorno. 

Estos son algunos de los múltiples beneficios que el Yoga aporta en la infancia:

  • Estimula y mejora la concentración y la atención.
  • Estimula la creatividad.
  • Mejora la respiración y enseña a usarla como herramienta para gestionar nuestros estados de ánimo.
  • Favorece la autorregulación, el espíritu colaborativo, y la tolerancia.
  • Contribuye al correcto funcionamiento del organismo.
  • Facilita el autoconocimiento psico-físico-emocional. Al conocerse a sí mismos, niños y niñas cuentan con mayor información para elegir qué es lo más orgánico y respetuoso para sí mismos, y transferirlo hacia los demás y su entorno. 
  • Contribuye a la estimulación del equilibrio, a la tonificación y elongación muscular, y a mantener la flexibilidad articular. 
  • Aporta consciencia a través del movimiento, estimulando la propiocepción, la coordinación y el desarrollo de la motricidad fina.
  • Facilita un espacio de relajación, donde pueden aprender a conectar, inducir y encontrar dentro de sí mismos un estado de calma y serenidad.

La profesora de Yoga especializada en Yoga Infantil y fundadora de Abrazom, Bettina Pintos, desempeñó como facilitadora de Yoga para familias y bebés. “Es una experiencia maravillosa”, nos cuenta de su experiencia. En relación a los beneficios de este tipo de clases, afirma que “fortalece los vínculos, eleva los niveles de oxitocina y otras hormonas del placer” al mismo tiempo que “colabora en el desarrollo armonioso del sistema nervioso y acompaña el crecimiento de una manera saludable y muy regulada emocionalmente. Lo súper recomiendo”. 

Como practicante y profesora de yoga, lo que más me gusta del yoga en la infancia es la posibilidad de generar un espacio de juego y exploración libre de expectativas, objetivos y competencias, un espacio seguro donde cada uno puede aportar todo lo que trae sabiendo que será valorado. 

El yoga nos conecta con nuestra pureza innata, nuestra bondad natural y básica. Imaginemos cómo sería el mundo del futuro si los niños de hoy aprendieran a mantener viva esa conexión con el ser maravilloso que llevan dentro. Yoga es mucho más que posturas físicas, es un camino de apertura, de unión, de amor, de respeto y de armonía que impregna todos los aspectos de la vida. 

Lucrecia Ricchezza es docente, profesora de Yoga y coach Ontológico Transformacional. Escribió  “La Aventura de Suri, un vinyasa hecho cuento” publicado por Editorial Olivia.

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    Muy interesante este artículo. Qué bueno que haya especialistas en yoga infantil!

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