Cuando una nueva personita se incorpora a la familia, en general todos “hacen fila” para conocerla, pero lo que para casi todos resulta una alegría, para los papás puede ser agobiante.
Con la llegada del bebé, una de las situaciones que más puede agobiar a los padres son las visitas. Abuelos, tíos, primos, amigas, vecinos, compañeros de trabajo y una gran cantidad de gente desea conocer al nuevo integrante de la familia y felicitar a los papás. Tanto entusiasmo y cariño tiene una contrapartida: muchas veces agota.
“Salí de la clínica y al llegar a casa con Mati en brazos, nos encontramos con quince familiares que habían organizado una ‘bienvenida’. Mati era primer hijo, primer nieto y primer sobrino y querían mostrarnos su amor, pero yo lo que en ese momento precisaba era un poco de tranquilidad para acomodarme y empezar a conocer a esa personita que dormía en mis brazos”, recuerda Carolina Lorenz, mamá de Matías.
Lo que le sucedió a ella es algo frecuente. Existe la costumbre de querer visitar a la madre y al bebé lo antes posible. Aunque este gesto tiene que ver con el cariño y la preocupación, es muy probable que no se esté respetando la necesidad de los papás de estar tranquilos y conocer a su bebé, sino atendiendo a la “necesidad” de conocer al recién nacido, aunque se tenga toda la vida para ello.
Esperar sin desesperar
Cada día son más los especialistas que hacen todo lo posible para concientizar a los padres (y a las visitas) de que tanto los bebés como sus papás necesitan tranquilidad por su bienestar. Aunque saben que esto no es una tarea fácil. Lo más complejo no es en el hospital, ya que suelen tener las visitas más restringidas con horarios establecidos y hasta cantidad de personas por habitación. Lo peor se da al llegar a la casa, ya que ¿cómo se le dice a un abuelo que no conozca a su nieto?
“Cuando nació Lucas, mi primer nieto, preparé un cartel de bienvenida, globos, pero mi hijo y mi nuera me pidieron que los primeros días los dejáramos solos. En ese momento me dolió, pero luego entendí que ellos estaban arrancando su camino como papás y precisaban tranquilidad”, reconoce Lilia Fernández. “Cuando nacieron mis otros nietos esperé que me invitaran para conocerlos y el encuentro fue mucho más relajado porque todos estábamos más relajados”. Su experiencia muestra que es importante acompañar este momento desde la prudencia del cariño, pero sin la invasión que resulte una interferencia para este gran trabajo de recibir a la vida que implican los primeros días de un bebé en casa.
Además del agobio y la demanda que pueden sentir los papás, existe otro riesgo. Los recién nacidos no cuentan con sus defensas inmunológicas desarrolladas y son más propensos a contagiarse de alguna enfermedad. Por eso muchos pediatras recomiendan que no se los visite durante el primer mes de vida. Sin embargo, es lógico que muchas personas quieran conocer al bebé, por lo que será importante que con amabilidad, pero firmeza, se les pida:
- Avisar antes de realizar la visita para evitar llegar en un momento inadecuado (por ejemplo, el del baño)
- Silenciar el celular.
- Lavarse las manos.
- Realizar una visita corta (entre 15 y 20 minutos)
- Pedir permiso para alzar al bebé. También para sacarle fotos y subirlas a redes sociales.
- No fumar.
- No ir si se está enfermo o con algún síntoma dudoso
- Evitar los comentarios sobre cómo está la mamá.
- No compararlo con otros.
- Abstenerse de comentarios con poco rigor científico en lo que se refiere a temas maternales.
Una buena idea es llevar algún regalo o algo rico para compartir con la mamá. Muchas mujeres se sienten abrumadas por la maternidad y poco contenidas. Una buena idea es preguntarles si precisan algo del supermercado, ya que en los primeros días a veces no hay tiempo de realizar las compras cotidianas.
Poco a poco todo se irá acomodando, a fin de cuentas, ese bebé tendrá muchos felices días para compartir con todos.