Los primeros sesenta a noventa minutos después del parto son trascendentes para la vida del bebé y su mamá. Te contamos por qué es importante respetar y fomentar el contacto inmediato piel entre ambos.
La Hora de Oro u Hora Sagrada es el nombre que se utiliza para referirse al período inmediato al nacimiento, específicamente a la primera hora de vida del recién nacido (y algunos lo extienden hasta la segunda).
Durante el trabajo de parto se desencadena la secreción de diferentes hormonas en la mujer que pasarán a través del cordón y llegarán al bebé, produciendo que este nazca en un estado de alerta tranquila, en el que todos sus reflejos y capacidades innatas se encuentran activos. De ahí la importancia de que, inmediatamente luego del nacimiento, el bebé sea colocado en contacto piel a piel con su mamá.
Es decir que siempre que el recién nacido no requiera de cuidados especiales, todas las intervenciones y procedimientos de rutina (pesar, medir, vacunar, etc.) deberían postergarse para después de estos primeros 60 minutos.
Si el parto no tuvo complicaciones ni el recién nacido presenta patologías de riesgo, no es necesario bañarlo, medirlo, pesarlo, ni tomar la temperatura ni vacunar durante esos primeros minutos. Es importante también postergar el corte del cordón umbilical hasta que deje de latir, ya que el pasaje de flujo sanguíneo que se produce en ese momento es beneficioso para el sistema inmunológico del recién nacido.
Hablar de Parto Humanizado implica que el nacimiento de un bebé debe ser una experiencia segura y positiva para toda la familia, por lo que este momento debe ser tratado como un proceso natural, con la madre en el centro de la toma de decisiones. Sólo se debe intervenir cuando el equipo de salud lo disponga por situaciones que requieran este tipo de acciones.
Beneficios para mamá y bebé
El contacto durante este tiempo tiene muchísimos beneficios para ambos, tanto a corto como a largo plazo. Algunos de ellos son:
- Los recién nacidos presentan una mejor adaptación a la vida extrauterina. Mayor estabilidad respiratoria, de la temperatura y la glucemia. Se reduce el llanto y disminuye la secreción de hormonas del estrés.
- Los bebés están protegidos de los efectos negativos de la separación, la cual es vivida por el bebé como una amenaza para su vida.
- Allí, en el pecho de su mamá, todas sus necesidades son fácilmente satisfechas (calor, alimento, comunicación, contacto).
- Las mamás incrementan las conductas maternales y desarrollan más confianza en sí mismas para el cuidado de sus bebés. Se reduce la ansiedad y disminuye el riesgo de depresión postparto.
- Alivia los dolores relacionados al nacimiento, disminuye el riesgo de hemorragias y favorece la contractilidad uterina.
Un momento clave para la lactancia
El estado hormonal de la mamá y el bebé hacen que esa hora sagrada sea el momento ideal para el inicio de la lactancia. El recién nacido, al ser colocado sobre el pecho, podrá desplegar esos reflejos y capacidades con los que nace que le permitirán reptar hacia la teta de su mamá y familiarizarse con ella (olerla, lamerla) hasta lograr prenderse. Esto se asocia con lactancias con menos dificultades y más duraderas.
Por lo tanto, este tiempo único, de encuentro, de reconocimiento, de miradas entre mamá y bebé no debería ser perturbado nunca, a menos de que mamá o bebé requieran de algún tipo de cuidado especial.
Recuadro
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los recién nacidos – que no requieran cuidados especiales – deben entrar en contacto inmediato, piel con piel, con sus madres durante la primera hora después del nacimiento.
Fuentes: Antonela Bajo, licenciada en Psicología, con formación en Psicología Perinatal. Asistente en Puericultura. Asesora de Lactancia. En Gestar y Criar.
Ministerio de Salud