Alrededor de los dos años, los chicos se hacen más selectivos para comer. ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo acompañar este momento?
Cerca de los 18 meses los niños atraviesan una etapa normal que los pediatras llaman de selectividad alimentaria y neofobia. ¿De qué se trata? La selectividad alimentaria es el rechazo frente a alimentos específicos, con la aceptación de un número mínimo de alimentos entre los conocidos. Los alimentos más rechazados suelen ser las frutas y verduras.
Por otro lado, la neofobia alimentaria es el miedo y rechazo a probar alimentos nuevos o desconocidos. Es una etapa en la que el principal objetivo tiene que ver con la exploración, el movimiento, descubrir. Sentarse a comer no suena muy tentador precisamente…
Ocurre que niños que hasta ese momento comían felices muchos alimentos, ahora no sólo no los quieren, sino que también son capaces de detectarlos en una mezcla. Aunque esto angustia a muchas familias hay que saber que es una etapa de desarrollo esperable. Hay estudios que demuestran que cuando un niño pasa por esta fase de comedor selectivo, si los padres se preocupan mucho por ello, la situación suele empeorar y persistir en el tiempo.
¿Cómo acompañar este momento?
Muchos padres o cuidadores se angustian ante esta etapa. Recordá que, como tantos otros momentos en la crianza, tienen un tiempo de duración y no son eternos. La paciencia y el amor serán los mejores condimentos para acompañar ese tiempo.
Algunos consejos:
- No se debe obligarlos a comer. Eso hace que relacionen los alimentos con algo no placentero.
- Evitar que el momento de la comida sea una confrontación, y procurar generar ambientes positivos.
- Incorporar a los niños en la elección de alimentos al momento de comprar, y en la preparación de los mismos.
- Cambiar la forma de presentación de los mismos: diferente cocción, combinación con otros sabores. A veces, combinar alimentos que prefieren con los que más cuestan aceptar, también puede ser útil.
- Si uno lo rechaza, en unos días/semanas, volver a ofrecerlo. No porque no lo quiso una vez hay que sacarlo de su menú para siempre.
- Mostrar lo que comemos. El ejemplo siempre ayuda: compartir el momento familiar, entre otras cosas los hace ver que “todos comemos lo mismo y que es provechoso”.
- Siempre que quieran comer ofrecer alimentos saludables.
- Poner una cantidad muy pequeña de algo nuevo, o que “no le gusta”, junto con algo que le agrada en cantidad moderada (por ejemplo, si le gusta la pasta pero no el pescado, poner en el plato un poco de pasta y un trozo muy pequeño de pescado). No realizar ningún comentario, ni ninguna mirada ansiosa o expectante a ver si se lo come o no. A veces se requieren muchos intentos para que acepte algo nuevo.
- En la medida de lo posible, presentar la comida de forma agradable. Los niños comen mucho por la vista, una presentación colorida y atractiva puede atraer su curiosidad.
- Permitirle comer de forma autónoma, con sus manos si lo desea o con el tenedor, para fomentar que use sus habilidades.
- No acabar dándole lo que sea, o lo que sabemos que le gusta, para que “así coma algo”. No le pasará nada si saltea 2 ó 3 comidas, o coma muy poco (y muy poco puede ser muy poco)
- Dar ejemplo. Algunos adultos pretenden que los chicos coman, por ejemplo fruta, pero ellos ni la prueban.
Desde el punto de vista nutricional la mayoría de los niños comedores selectivos no suele tener ningún problema, y suelen ir mejorando con el tiempo. Si el problema se prolonga, será necesario revisar con el pediatra el estado nutricional y evaluar qué hacer. Cada niño y familia es diferente y las estrategias serán distintas.
Fuente: Hospital Austral y blog del pediatra Gabriel Ruiz
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