Apurados por una situación, muchas veces bajamos del auto y dejamos a los chicos solos. Sin embargo, esto encierra potenciales riesgos para todos.
“Fue un segundo. Acabábamos las vacaciones. Camila, mi hija de dos años estaba sentada en su butaca mientras mientras nosotros cerrábamos la casa y acomodábamos valijas. Como ella estaba molesta y nosotros apurados, sin pensar le dimos las llaves del auto para que se entretuviera. De pronto sentimos click, ¡había cerrado las puertas! El primer minuto nos desesperamos, pero logramos mantener la calma y le fuimos indicando qué botón tocar hasta que logró abrir la puerta. Para ella fue un juego divertido, para nosotros fue una lección. Nunca más la dejamos sola en el auto, ni siquiera ‘un segundito’”, cuenta Santiago Otero, traductor y papá de Camila. La experiencia que narra no es única. Muchos adultos, a veces apurados por una situación, bajan del auto y dejan a los chicos solos. Sin embargo, dejarlos en el interior encierra potenciales riesgos para todos.
“Si un niño se queda solo en un vehículo muchas veces experimenta el mismo miedo que sentiría si estuviera solo en su casa. Puede pensar incluso que lo abandonaron. Si está con otro niño, la situación cambia. En general no sienten miedo y se sienten con derecho a explorar. Es el momento en que empiezan los peligros”, advierten desde la subcomisión de Prevención de Accidentes de la Sociedad Argentina de Pediatría.
En los viajes en auto, los chicos suelen observar lo que hacen los adultos. Para ellos, botones, perillas, llaves y otros mecanismos no son partes que permiten el funcionamiento del vehículo sino objetos para jugar. ¿Qué puede ser más ‘mágico’ que tocar un botón que sube y levanta un vidrio? ¿Y esa perilla que mueve el techo y permite ver el cielo? Estos mecanismos encierran potenciales peligros, por eso es importante indicarlos que no son para jugar. Los levantavidrios son muy potentes y como los chicos nos saben manipularlos pueden atraparles los dedos y provocarles lesiones.
Otra situación frecuente es que abran la ventanilla y asomen la cabeza o saquen una mano del lado del tránsito lo que pone en riesgo su vida. Aunque por peso y tamaño parezcan difíciles de manipular, los mecanismos para deslizar los asientos o plegar el respaldo también pueden provocar lesiones.
Todos los automovilistas saben que un auto en cambio y con las llaves puestas suele arrancar sin demasiadas dificultades. Si el freno de mano no está activado además se puede deslizar si la calle es con pendiente. Los chicos pueden mover palancas y si además están familiarizados con llaves, volantes y freno de mano porque jugaron a “manejar el auto” el riesgo de que muevan el vehículo es mayor.
Aunque muchas personas creen que si dejan a un chico dentro del auto y con las ventanillas cerradas hay riesgo de asfixia esto no es posible. Lo que sí es posible y lamentablemente frecuente es que se deshidrate o sufra un golpe de calor. Esto se produce por la exposición al sol del vehículo o por la presencia de humedad y temperaturas elevadas. Los niños son especialmente vulnerables porque sus cuerpos se calientan entre tres y cinco veces más rápido que los de un adulto. Dejar las ventanillas abiertas total o parcialmente no es seguro, debido a que esa ventilación natural no consigue reducir el rápido ritmo de aumento de la temperatura en el interior del vehículo. Un dato: aunque la temperatura exterior no sea tan agobiante, la temperatura en el interior de un auto puede elevarse casi 20 grados dentro de los primeros 10 minutos.
“Desde el punto de vista vial, los niños pueden mover palancas, frenos de mano, salir del vehículo o sacar alguna parte de su cuerpo afuera y tirar objetos fuera del vehículo, una sucesión de peligros para ellos y también para terceros. Ni que hablar de si roban el auto con ellos adentro”, afirma la directora de Educación Vial de Luchemos por la Vida, María Cristina Isoba. Lo importante es comprender que estos riesgos son totalmente evitables. Por eso, la recomendación es que todos se queden abajo o todos se queden arriba. Nunca hay que dejar a los chicos solos en el auto ni siquiera “un segundito”. Es preferible perder un poco de tiempo e incluso perder un poco la paciencia pero evitar una tragedia.