Por su mayor sensibilidad a los sonidos, la pirotecnia afecta a los niños con condición del espectro autista. Por eso, una campaña propone festejar pero con fuegos artificiales.
Los festejos por el egreso de Séptimo grado de Gonzalo eran una ocasión de alegría para la familia Lombroni. Su hermano, Marcos con trastorno del espectro autista miraba feliz mientras familiares, profes y amigos arrojaban espuma y polvos de colores sobre los egresados. Pero en un momento, al festejo se sumaron unos pequeños cañones que arrojaban papeles de colores. Al accionarlos provocaban un gran estruendo. Marcos se inquietó y ya no quiso participar más. Aunque no le generó una crisis severa sí demostró que se quería ir, que ese ruido le molestaba y buscó a su hermano desesperadamente para marcharse. La que relata esta experiencia es Cristina, ingeniera civil y mamá de Marcos y Gonzalo. “Los niños con TEA suelen tener un umbral auditivo muy por encima del resto. Poseen una sensibilidad muy especial y estos ruidos le generan un desequilibrio sensorial. Esto hace que se algunos se alteren de una manera importante y cuesta mucho calmarlos y sacarlos de esa alteración. A Marcos todo lo que sea estruendo lo afecta, trata de evitarlo”.
Como comparte Cristina, la reacción de Marcos fue de mucha incomodidad y deseos de salir de ese lugar. Pero otros padecen reacciones más severas. Algunos adoptan conductas estereotipadas y repetitivas otros se tapan los oídos de manera desesperada y en las situaciones más complejas pueden llegar a autolesionarse o padecer convulsiones.
Verónica de Toro, pediatra (MN 138.175) señala que “Los niños con trastornos generalizados del desarrollo y trastorno del espectro autista padecen estas situaciones, ya que tienen afectación de la sensibilidad auditiva con oídos sumamente sensibles”. Los chicos con esta condición perciben el ruido de un petardo o cualquier pirotecnia de un modo sumamente intenso y lo sienten de manera muy vívida. Esta situación les genera muchísimo estrés y un gran nivel de alteración conductual y emocional. Por otro lado, al ser ruidos totalmente impredecibles, no se pueden preparar y lo viven con muchísima angustia, se desorganizan. Esto les genera muchísimo estrés y un gran nivel de alteración conductual y emocional.
Pero si por su sensibilidad especial al sonido, los petardos y cohetes estruendosos les generan un desequilibrio sensorial, en cambio los fuegos artificiales lo fascinan. “El tema visual para los chicos es muy fuerte. Todo lo que sea luces y colores les genera una atracción especial y no los afecta de forma negativa como sí lo hace el ruido”, explica Cristina.
En este contexto se vuelve a realizar la campaña “Más luces menos ruidos” que incentiva a no festejar con pirotecnia sonora sino con pirotecnia lumínica, con juegos de luces. No solo la sensibilidad lumínica no es la misma que la sensibilidad sonora de alguien con TEA. Además si se siente molesta puede entrar a su hogar y dejar de observarlas. Pero con el ruido, aunque más atenuado se lo seguirá escuchando. Muchos papás aunque les colocan a sus hijos auriculares, tapones en los oídos y cierran puertas y ventanas saben que aún así no resulta suficiente.
