A la alegría de que la familia se agrande a veces se le suma la preocupación por los gastos que aumentan. Sugerencias para una buena planificación.
Todos los que alguna vez vimos la serie “Los Simpsons” notamos que al comienzo de cada capítulo hay un momento que Marge pasa a Maggie por el escáner de precio de un supermercado y el precio de la bebé amarilla indica 847.63 dólares, es decir, la cantidad media de lo que costaba criar un hijo por mes en 1989. De este modo, Matt Groennig, su creador, mostraba una situación que preocupa a muchos papás: cuánto cuesta criar a un bebé. Conversamos con Solange Finkelsztein, Coordinadora de Investigaciones en UADE, sobre cómo adecuar la economía familiar cuando se suma un integrante y esto fue lo que nos dijo:
“La llegada de un bebé siempre es un acontecimiento muy especial para toda familia. No obstante, implica cambios en todos los aspectos de organización familiar y es preciso hacer algunas adecuaciones. Una buena planificación económica ayuda siempre a prepararse para esa llegada tan especial.
Según un informe realizado en 2021 por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de UADE y la Consultora Voices, 1 de cada 5 argentinos que no quieren tener hijos afirma que, entre sus principales motivos, se encuentra el hecho de no contar con la capacidad económica para mantenerlo. Obviamente este es un aspecto importante a tener en cuenta, pero hay que saber que es posible, sin embargo, hacer las adecuaciones necesarias en la planificación económica familiar para enfrentar la nueva etapa de una manera más ordenada y satisfactoria para todos los integrantes.
Hay algunos gastos que aparecen con su llegada y son por única vez, como preparar el lugar en donde dormirá, el cochecito, la silla de comer, entre otros. Para estos casos, un buen consejo antes de salir a comprar es el de observar a aquellas madres/padres más experimentados, que ya tienen más de un hijo, y consultarles qué vale la pena comprar.
El mercado ofrece muchas alternativas pero, como todo en la vida, algunas son más imprescindibles que otras. Puede ser muy tentadora la cama más linda, el cochecito más grande y la silla de comer más atractiva, aunque en ocasiones lo práctico es lo más conveniente. No es necesario comprar el juguete más caro, pues el canto de la mamá y una mano que lo acaricia y abraza son suficientes. Cuanto más sencillo el juguete, menos problemático es guardarlo, lavarlo o incluso dejarlo olvidado en alguna parte, situaciones que ocurren a menudo.
A modo de ejemplo, una practicuna es un objeto, como su nombre lo indica, práctico y se adapta a distintas etapas de un bebé: haciendo de cuna, de corralito y lugar de juegos. Además, es transportable y evita tener que comprar otra solo para aquellas visitas a los abuelos y otros cuidadores temporales del bebé. Lo mismo ocurre con las sillas de comer portátiles: sirven para el hogar, no ocupan espacio y se pueden llevar adonde sea que la familia se traslade.
Si observamos a las madres más experimentadas, notaremos que sus cochecitos y sus bolsos son muchos más chicos que los de las madres primerizas. Lo liviano, práctico e imprescindible es la clave. Y en cuanto a la ropa, comprar aquella que permita abrigar y desabrigar rápidamente al bebé siempre es mejor que llevar ropa para todos los climas.
Mucho se habla de la etapa de los pañales, pero como dice el dicho: niños chicos, problemas pequeños, niños grandes, problemas grandes. Y lo mismo ocurre con los gastos. Si bien es cierto que los pañales y la leche en los primeros años son un presupuesto, éste suele reemplazarse luego, y por muchos años más, con la cuota del colegio. Por ello es importante poder hablar de la organización familiar y planificar conjuntamente. Cada familia decide cuál es la mejor organización y las opciones son muchas.
Lo importante es entender que no existe una única opción que sea la correcta, sino que lo mejor es lo que encaja en la realidad de cada familia. Para algunos, los primeros años son una etapa en la que la madre resigna horas de trabajo (e ingresos) para dedicarse al bebé. Para otros, en cambio, el mejor plan puede ser retomar la rutina laboral del padre y de la madre lo antes posible, pidiendo ayuda a abuelos, tíos u otros cuidadores. Todo es válido. Lo importante es vivir estas decisiones como etapas, ya que ninguna de ellas es definitiva. Así como el bebe va creciendo, los padres y madres se van acomodando a cada etapa.
A veces habrá que resignar algunos aspectos como vacaciones, salidas y otros gastos, pero todo se va acomodando de a poco y la experiencia es tan maravillosa que todo lo vale.
Disponer de un ahorro, siempre que se pueda, es una buena práctica que sirve para hacer frente a imprevistos y situaciones que se salen de lo cotidiano, aliviando así el estrés o la sensación de no tener margen de error. En otros países, de hecho, es habitual ahorrar durante años para cuando los hijos quieran por ejemplo ir a la universidad. En el nuestro no existe tal cultura, porque la economía argentina con sus vaivenes también dificulta estos hábitos, pero siempre que se pueda, es bueno tener ese colchón de ahorros.
Es un hábito que hay que generar, lo que implica muchas veces resignar algún gasto presente, para contar con ese margen a futuro. En ese sentido, consultar a un asesor financiero es la mejor alternativa, ya que opciones de ahorro hay muchas y dependiendo de los plazos y perfil del ahorrista, será la más conveniente”.