Mientras el bebé es un desconocido, la panza es la receptora de los mimos que van destinados a él.

Nuestro bebé crece en nuestro vientre. No lo vemos pero lo sentimos, no lo conocemos pero ya lo queremos. Desde su concepción, mientras se desarrolla y hasta que salga al mundo, el vientre de cada mamá irá adaptándose a distintos cambios.

Ya desde el mismo momento que el test de embarazo da positivo y aunque el futuro bebé no se sienta, la mayoría de las mujeres, en un gesto entre instintivo y natural, se llevan la mano a su vientre. En los embarazos deseados, este gesto se repetirá decenas de veces.

Para que la panza se comience a notar habrá que esperar hasta la semana 20, cuando el bebé mide aproximadamente unos 25 cm y pesa cerca de medio kilo. La cintura comienza a difuminarse. La ropa cotidiana empieza a no cerrar. Será necesario dejar los cierres sin correr y los botones de polleras y pantalones sin abrochar. Para disimular la abertura se puede recurrir a remerones o sweaters largos. Son unas semanas indefinidas donde la gente que te rodea no se atreve a felicitar pero tampoco a preguntar si es que subiste de peso. Es en este tiempo que se producirá uno de los momentos más lindos del embarazo: se sienten los primeros movimientos del bebé. 

El segundo trimestre, por lo general, resulta el más agradable y llevadero. Las molestas náuseas y mareos del primer trimestre desaparecieron. El vientre nos crece pero por lo general no pesa demasiado. La panza no representa ningún problema para seguir realizando todas las tareas con normalidad. Es el momento adecuado para hacer las tareas que requieren más esfuerzo, por ejemplo, preparar el cuarto del bebé o para aprovechar y disfrutar de un viaje o unos días de vacaciones. 

En el último trimestre del embarazo, el bebé aumenta el doble comparado con lo que medía en la semana 20 y pesa aproximadamente quince veces más que en la mitad de la gestación. Para albergarlo, el útero que al comienzo del embarazo tenía el tamaño y la forma de una pera invertida, se va dilatando y multiplica varias veces su volumen. Además se ubica por debajo de las costillas y desplaza a otros órganos como el intestino, el corazón y  los pulmones. Esto hace que el funcionamiento de estos órganos se vea afectado por eso se experimentan digestiones más lentas, acidez, palpitaciones y agitaciones al respirar. Muchas mujeres sienten un gran cansancio y actividades hasta ese momento cotidianas, las dejan sin aliento.

Otra necesidad será tener siempre un baño cerca. Es que como el bebé presiona la vejiga habrá que orinar más seguido. Cuando llega el momento de dormir, por el tamaño de la panza será difícil encontrar una postura cómoda para hacerlo. Si siempre dormimos boca abajo o boca arriba,  puede ser complejo dormir de lado, como recomiendan los médicos. Además, cambiar de postura en la cama será más difícil a medida que el embarazo avance y su cuerpo vaya aumentando de tamaño. Muchas mujeres recurren a almohadas o almohadones que les sirven de punto de apoyo y las ayudan a dormir de lado. 

Cerca del parto, el ombligo que permanecía un poco hundido se ha convertido en el “botón de la panza”. Las manos ya no alcanzan para abrazar el vientre y será necesario rodearla con los brazos.

Décadas atrás, las mujeres preferían no ser vistas con sus panzas de embarazo. Las ropas eran holgadas y se trataba de ocultar el vientre.Pero hoy las mujeres lucen felices y coquetas su embarazo. Las molestias características también se viven de forma diferente. Y mientras la panza crece será cuestión de verse feliz al espejo, como describe la canción De parto, de Joan Manuel Serrat:

Si la viese usted
mirándose
feliz al espejo…
Palpándose el perfil
y trenzando mil
nombres en dos sexos.

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