Desde que el bebé está en la panza inconscientemente pensamos cómo va a ser físicamente, qué juegos va a tener, cómo lo vamos a vestir y ¡hasta de qué podría trabajar! Y es que la cultura va definiendo los roles para cada sexo y cuando nuestros hijos/as nacen ya no tenemos que pensar demasiado. Y de acá mismo surge esa asociación común de los colores: azul para nenes y rosa para nenas.

¡Qué cosa tan naturalizada! Pero…Esta asociación en realidad forma parte de representaciones sociales que tenemos tan internalizadas que nos hacen ver a un hombre de determinada manera y a una mujer de otra: características físicas, habilidades, responsabilidades y gustos. 

Pero… ¿notas que esto está cambiando? 

Lo cierto es que desde el ámbito de la ciencia este juego asociativo se lo denomina “heteronormatividad”. La psicóloga Sofía Celeste Lewicki lo explica como: “un conjunto de relaciones de poder por medio del cual la sexualidad se normaliza y se reglamenta, y hace que en la cultura se vea normal que los niños se comporten de una manera y las niñas de otra. Pero por suerte se lo está cuestionando”.

¿Qué es lo que se está debatiendo? 

Por un lado, la licenciada explica que actualmente estamos atravesando un proceso de cuestionar lo que se nos establece desde afuera: lo que aceptamos de manera natural y porque nos fue transmitido. Por ejemplo, formas de pensar y de actuar.

Además, hemos dejado la teoría para pasar a la acción: hasta hace un tiempo, sólo los autores y escritores con trayectoria hacían debates sobre los sexos y todo quedaba en los libros. ¡Ahora nos animamos más! Y hay padres y madres que visten a sus hijos/as de colores neutros o no necesariamente visten a las niñas de rosa y a los niños de azul.

Los chicos no saben de heteronormatividad: hoy en día, cada vez más familias dan rienda suelta a las ideas de sus hijos y no se hacen mayores problemas por si un nene pide jugar con muñecas o una niña con autos. ¡Hay que dejarlos divertirse!

¿Cómo y por qué dejar la heteronormatividad?

La realidad es que somos personas y los chicos son chicos más allá de sus genitales. Sobre esto, Lewicki explica que “ni un juguete, ni un color ni un juego puede decirnos quiénes somos”. 

El asociar cosas o ideas a un sexo u otro puede tener efectos dañinos para el crecimiento de nuestros hijos: “todo se siembra, por eso es sumamente dañino reprimirles el deseo de jugar con cosas que creemos que no son para su sexo”, aconseja la licenciada.

Es un proceso difícil, ¡lo sabemos! Pero, ¡hay que hacer el intento! Lo importante es enseñarles a que sean abiertos y reflexivos. Entonces… ¿De qué forma podemos pensar diferente? La psicóloga nos da un par de consejos:

  • La resistencia más grande la tenemos nosotros: los adultos. Los chicos no entienden de normas hasta que las interiorizan, entonces… ¡Paremos con las normas que se basan en la sexualidad biológica! Es momento de aceptar alternativas.

“El marketing es un gran enemigo en esto”, expresa Lewicki. ¿Por qué no hay cajas de juego de té para nenes? ¡Como si los varones no tomaran el té! O, ¿por qué las pelotas están hechas para nenes? ¡Como si las nenas no jugaran al fútbol! 

Desde casa, podemos empezar a implementar juegos sin discriminar por sexo: permitirles jugar a lo que deseen sin decirles que tal juguete es para nena y que tal otro es para nene. Se tratan de pequeños cambios que ayudan a que los chicos acepten mayores diversidades. 

  • ¡A cambiarse! Sí, con respecto a la ropa también podemos implementar cambios: dejar de asociar que la remera azul es para él y la fucsia para ella es un paso ¡enorme! Así que, empezar a vestirnos de colores variados puede ayudar a evitar que ellos caigan en la heteronormatividad que les indica cómo vestirse.
  • ¡A jugar! Si nuestros hijos/as nos pide hacer un deporte que asociamos a su sexo opuesto no debería ser un problema… Así que, si ella quiere jugar al fútbol… ¡Que juegue! Y si él quiere hacer gimnasia artística, ¡también! 

¡A no darse por vencidos! Es un camino difícil, que Lewicki define como “deconstrucción” y que necesita del apoyo de todos para poder generar un cambio de pensamiento hacia la perspectiva de género.

Con pequeños hábitos, y nuestra contención, los chicos pueden ser el gran cambio para el futuro.

¿Qué opinas sobre este debate? ¡Te leemos! 

Fuente: 

Lic. Sofía Celeste Lewicki

Licenciada en psicología. MN 66.710

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