Límites, una palabra que genera millones de preguntas ¿a partir de cuándo ponerlos? ¿cuándo se pasa de lo necesario al exceso? Ya nadie duda que son necesarios. “Los niños necesitan de ellos para sentirse seguros y les proporcionan la tranquilidad de qué hay alguien que los cuida. Los ordenan” explica Mariela Blaum, pediatra de Swiss Medical Center.
El momento indicado
Si bien es cierto que un bebé recién nacido o de pocos meses, está lejos de comprender el significado de un “te amo” ese razonamiento no impide a los padres decírselo en forma casi constante; por qué, entonces, cuando se trata de decir “no” aparecen tantas preguntas.
Si un bebé hace algo peligroso no habría motivos para frenarlo desde lo discursivo: “Sabemos que los primeros meses de vida los bebes no entienden el significado de las palabras pero sí comprenden la entonación, la emocionalidad de las mismas y por ende, terminan internalizando su significado”, indica Blaum. Por eso- durante esta etapa- la manera de hablar y lo gestual son claves.
Si un bebé de nueve meses se lleva algo peligroso a la boca, lo más normal es que ante el “no” deje de hacerlo pero al rato repita la acción. Sin embargo, según Mariela Blaum “que reiteren la conducta e incluso se rían, no significa que están desafiando los límites de los adultos sino que forma parte de sus juegos, prueba y diversión”.
Con criterio
Por supuesto, no se trata de derrochar los “no”, hay que elegir en qué circunstancias usarlos para que conserven su valor.
Otro dato fundamental es la edad del bebé o niño. “Es inútil a edades tempranas decir –no toques ese enchufe porque te podés lastimar- ya que implica mucho lenguaje y se vuelve confuso. El mensaje tiene que ser claro” indica la Dra. Blaum.
Además, la especialista sostiene que eso cambia una vez que el niño comienza a hablar, ya que es entonces cuando los “no” cobran otro sentido. Recién es en ese momento cuando se les puede explicar el porqué de la negativa.
*Asesoró:
Dra. Mariela Blaum.
Pediatra, Swiss Medical Center.
(MN 133918)