Hay padres que tienen un alto nivel de exigencia con sus hijos, pero esto puede ser negativo. Nos informa sobre el tema, la Lic. Guadalupe del Canto, Psicóloga perinatal y especialista en desafíos reproductivos.

La familia es el ámbito de crianza más importante en los primeros años de vida, donde se adquieren las habilidades y los hábitos que permitirán desarrollar gradualmente la autonomía y los comportamientos y valores más importantes para la vida.

A través de la crianza, los padres pretenden alinear el comportamiento de los hijos con aquello que ellos valoran y desean.

En el afán de dar lo mejor a sus niños, algunos padres se vuelven altamente exigentes en el proceso de educación, generando un impacto negativo en sus emociones y principalmente en su autoestima.

De esta forma, un niño que es criado con altos estándares de exigencia se siente continuamente desvalorizado porque nada de lo que hace es suficiente y esto tiene un fuerte impacto en su autoestima.

La exigencia en la crianza se manifiesta en la cantidad de actividades que un niño hace desde muy pequeño, hasta superar estándares y tiempos en relación a los hitos de evolutivos, como caminar o dejar los pañales. 

En general los padres que son muy exigentes son competitivos y tienen expectativas fijas en relación a sus niños, expectativas que son difíciles de alcanzar y por lo tanto generan frustración y falta de espontaneidad.

Si estos patrones se sostienen a lo largo del tiempo, nos encontramos con niños obedientes y sometidos, posiblemente con alto rendimiento pero mayor dificultad para la interacción social, o con niños con un alto nivel de ansiedad y problemas de comportamiento. Lo que subyace en los dos casos es el sentimiento de inadecuación. Y ya de adultos, nos encontramos con dificultad para reconocer sus talentos y sus logros, con baja confianza en su capacidad y en su potencial. 

Cuando el error o la posibilidad de fallar no están incluidos en el proceso de aprendizaje, los niños se pierden una inmensa oportunidad de aprender, pero fundamentalmente de desarrollar su capacidad de resiliencia. Es decir, una habilidad fundamental para el mundo actual, que será aún más importante en el futuro.

No se trata entonces de volverse exigente o autocrítico con uno mismo como padre, sino de revisar los propios estándares para poder flexibilizar el estilo de crianza permitiendo aflorar lo mejor de cada quien.

Para finalizar, partimos de la idea de que todos los padres hacen lo mejor que pueden con los recursos que tienen. Por eso es tan importante que los padres estén acompañados, para poder salir del automático y revisar algunas cosas que pueden no ser del todo efectivas en la crianza de sus hijos.

Sobre la autora

Lic. Guadalupe del Canto
Psicóloga perinatal y especialista en desafíos reproductivos. Es Psicóloga, terapeuta cognitiva y mamá de tres varones. El nacimiento prematuro de su segundo hijo la llevó a especializarse en perinatal y a acompañar a otras madres en situaciones similares.
Luego fue ampliando su foco para incluir los desafíos reproductivos, el impacto del diagnóstico genético y la preparación integral para la maternidad con el objetivo de acompañar a madres en diferentes situaciones.


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Autor

Psicóloga Perinatal y Especialista en Desafíos Reproductivos.

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