Esta campaña busca concientizar sobre el uso de la pirotecnia de estruendo y cómo incide de manera negativa en personas con distintos trastornos, adultos mayores, personas con discapacidad, bebés y también en las mascotas.

Se acercan las fiestas y en muchas familias se renueven los deseos y las ganas de festejar. Cuando llegan las 12 además de los abrazos, en algunos hogares es tradición arrojar pirotecnia. Pero esta costumbre tan arraigada tiene efectos muy complejos en las personas con trastorno del espectro autista (TEA). Las personas con esta condición suelen tener un umbral auditivo muy por encima del resto y las explosiones le generan un desequilibrio emocional. Ante los ruidos intensos de los petardos o los estruendos de los cohetes pueden llegar a experimentar ansiedad, miedo, estrés, dolores corporales, entre varios síntomas más. Para complicar aún más la situación, al ser estruendos totalmente impredecibles, no se pueden preparar y lo viven con muchísima angustia, se desorganizan. A las personas que los acompañan les cuesta mucho calmarlos y sacarlos de esa alteración. 

En este contexto se vuelve a convocar para participar en la campaña “Más luces menos ruidos”. La iniciativa incentiva a que no se festeje con pirotecnia sonora sino con pirotecnia lumínica, con juegos de luces. La sensibilidad lumínica no es la misma que la sensibilidad sonora de alguien con TEA. Además si se siente molesta por las luces puede entrar a su hogar y dejar de observarlas. Pero con el ruido, aunque más atenuado se lo seguirá escuchando. Muchos papás aunque les colocan a sus hijos auriculares, tapones en los oídos y cierran puertas y ventanas saben que aún así no resulta suficiente. Un niño o una niña pueden estar una hora gritando y llorando producto de un petardo que explotó. No importa si es algo lejano, estos pacientes perciben la explosión, debido a su hipersensibilidad, como si se produjera a su lado.

El daño que generan los estruendos en las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y otras discapacidades, adultos mayores y mascotas, así como el peligro de la mala manipulación de estos artefactos que provoca decenas de accidentes cada año, generó que todas diversas instituciones y organismos públicos se unan para promover esta campaña y trabajar en conjunto. En muchos municipios se prohibió el uso de pirotecnia con efecto sonoro superior a 84 decibeles.

Otra iniciativa que se popularizó desde hace unos años es poner un lazo azul en cada casa donde hay un niño con autismo, para indicar a aquellos que viven alrededor que, si quieren seguir usando la pirotecnia, lo hagan, pero alejadamente.

Es importante recordar que no solo quienes tienen condición del espectro autista, sino también para los abuelos, los bebés, los niños pequeños en general padecen los estruendos. Cuando los chicos se asustan es importante tratar de evitarles y no minimizar la angustia que ellos sienten. Lo peor que podemos hacer es decirles “no pasa nada” y dejarlos expuestos. Esto les genera un gran nivel de angustia. Será necesario, detenernos para explicarles qué sucede y calmarlos con palabras y abrazos.

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