Ante una negativa, nuestro pequeño grita, se tira al piso y patalea sin parar. La situación suele ser temida por los papás, sin embargo es un proceso de aprendizaje. La escena es conocida. La experimentamos como papás, como tíos e incluso más de una vez la observamos por la calle. El pequeño tiene alrededor de dos años y ante una negativa por pequeña o lógica que sea (“es tarde hay que irnos de la plaza”, “no podés subirnos a ese auto porque no es nuestro”, “ya comiste un alfajor no te voy a comprar dos paquetes de papas fritas”) se tira al piso, grita, llora desconsolado y hasta patalea sin parar. Si estamos en un lugar público, seguro que otros papás nos mirarán solidarios con cara de “no te preocupes ya pasa”. Mientras nos sentimos culpables, algo avergonzados y pensamos “trágame tierra”. Cuando los temibles berrinches invaden a nuestros hijos…
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