El padrinazgo no es un lazo de sangre y sin embargo es un vínculo único que resignifica relaciones y aprendizajes. Pablo Andisco, periodista, nos cuenta la profunda, complice y enriquecedora relación con Camilo y Manu, sus ahijados. Antes de que mis tíos Ernesto y Susana me concedieran el honor de convertirme en padrino, cuando ni siquiera imaginaba la posibilidad de serlo, la palabra me vinculaba directamente a la saga de la película. Siempre me gustó un poco más la 2 que la 1, y nunca logré entender si la 3 estuvo de más. Cada vez que se me cruza me detengo a verla y descubro algo diferente en cada una de sus escenas y personajes inolvidables. A partir del éxito universal de la película de Francis Ford Coppola, la palabra padrino empezó a tener una connotación negativa. Resumía la idea de alguien necesario para triunfar por las malas; alguien que…
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