Todas las pieles son únicas y al ser el órgano más extenso del cuerpo humano requiere atención especial e individualizada. Normal, seca, grasa, y mixta. Así categorizamos los diferentes tipos de piel, pero ¿qué determina que cada una sea lo que es? Básicamente, depende de la variación de agua, sebo y lípidos que nuestro cuerpo secreta y deposita sobre su superficie. A esta tipificación se le suma que cada piel puede manifestarse con cierto grado de sensibilidad o pigmentarse y, a medida que envejecemos, el metabolismo de las células se hace más lento, por lo que va cambiando su estructura, lo que requiere diversos cuidados. Si a estas aristas le sumamos factores externos e internos que afectan la piel diariamente como la exposición al sol, cambios hormonales, tabaco, alimentación inadecuada, polución, estrés, y ¡embarazo!, ¿cómo no decir que cada piel es única? Y en esta exclusividad de características y necesidades radica…
La Semana Mundial del Parto Respetado se celebra cada mayo desde 2004 por iniciativa de la Asociación Francesa por el Parto Respetado (AFAR, por sus siglas en francés). Este año la fecha se ubica del 13 al 19 y el lema es “El poder de parir está en vos”. Según Unicef, el término “parto respetado” o “parto humanizado” hace referencia el respeto a los derechos de las madres, los niños y niñas y sus familias en el momento del nacimiento. En nuestro país, desde el 2004 existe la Ley Nacional de Parto Humanizado (25.929) que defiende los derechos de las madres y los bebés al momento del trabajo de parto y post parto. La legislación detalla que “toda mujer tiene derecho a un parto natural, a estar acompañada por la persona que ella desee, a elegir la posición en la que quiere parir, a transitar su embarazo, parto y posparto respetados en…
En un parto respetado la mamá y el recién nacido son los protagonistas y no solo parte de un procedimiento médico Casi todas las personas escuchamos alguna vez contar historias de mujeres que al momento de parir no se sintieron respetadas o sus deseos y temores no fueron escuchados. “Cuando tuve a Marcela, mi hija que hoy tiene 40 años, a mi esposo no le permitieron estar en la sala de parto. Como primeriza yo estaba muy muy asustada. Al desconocer el dolor del trabajo de parto en un momento me puse a llorar a los gritos y la partera solo me ordenaba seca y cortante ‘callate y pujá‘”, recuerda Lilia Fernández, jubilada. Su relato no es excepcional, hasta hace unos años, la mayoría de las mujeres parían acompañadas de un equipo médico y sin embargo, solas. Era impensado el acompañamiento de sus parejas. El trato irónico o descalificador era…